BUENOS AIRES.- Cientos de argentinos se lanzaron hoy por la madrugada a saquear supermercados y comercios en distintos puntos del país, en los peores incidentes de este tipo en más de una década, mientras que el gobierno pidió calma y prometió repartir de alimentos.
Los más serios incidentes ocurrieron en la provincia de Entre Ríos -al norte de Buenos Aires- y los suburbios de la capital argentina, donde la policía tuvo que reprimir con gases lacrimógenos y balas de goma a decenas de personas que habían entrado a pequeños negocios para obtener alimentos.
En Entre Ríos, imágenes de televisión mostraron a casi un millar de manifestantes, entre ellos mujeres y niños, saqueando varios supermercados en la ciudad de Concepción del Uruguay ante la mirada impávida de la policía, que los dispersó cuando los anaqueles de los comercios estuvieron vacíos.
"Estamos acá para buscar algo de comer (...) Queremos comida y no es mucho", dijo uno de los manifestantes a un canal de televisión.
Desde el viernes, pequeños grupos de desocupados venían apostándose frente a las puertas de los supermercados para exigir alimentos, especialmente en Entre Ríos, las provincias de Santa Fe y Mendoza, y los suburbios de Buenos Aires, mientras que otros irrumpieron directamente en las tiendas para hacerse de víveres.
Los saqueos obligaron a las provincias afectadas a aumentar la entrega de alimentos a los sectores empobrecidos de la población, mientras que el Estado nacional prometió por su lado enviar víveres a la zona.
El Presidente (Fernando de la Rúa) dispuso la compra de 7,0 millones de pesos en mercadería que va a ser distribuida a través del Ministerio de Desarrollo Social en el día de hoy (miércoles)", dijo a una radio el ministro de Trabajo, José Dumón, al tiempo que afirmó que "es necesario recobrar la calma".
La pobreza y la desocupación en Argentina aumentaron en los últimos meses al ritmo de la agudización de la crisis económica en el país.
Según datos oficiales, uno de cada tres de los 36 millones de argentinos vive bajo la línea de pobreza, mientras que 2,53 millones no tiene trabajo y otro 1,4 millón está subocupado.
"Se está dando una anarquía (...) Hay desamparo en los pobres e inquietud e intranquilidad en los ricos", afirmó el gobernador de la central provincia de Córdoba, José Manuel De la Sota, un alto dirigente del opositor peronismo.
Ya el martes por la tarde, el gobierno de la provincia de Buenos Aires había ordenado reforzar la seguridad en los supermercados ante el temor a una ola de saqueos, similar a la que golpeó a Argentina en 1989 en medio de una crisis hiperinflacionaria.
El martes por la noche, el Presidente De la Rúa se había mostrado extrañado por los incidentes de los últimos días y dijo que no había motivos para estos incidentes.
El Mandatario, cuya popularidad está por el piso, fracasó en los dos años que lleva en el poder para reactivar a la economía, lo que quebró a la coalición en el gobierno y le restó incluso el apoyo de su partido, la centrista Unión Cívica Radical.
Fragil calma
Ya avanzada la madrugada del miércoles, las fuerzas de seguridad habían logrado prácticamente controlar los saqueos.
"Los disturbios están controlados medianamente", dijo a la agencia Reuters un agente de la comisaría de la ciudad de Moreno, a unos 40 kilómetros al oeste de Buenos Aires, y donde se registraron incidentes.
"Son grupos de unas 400 personas", agregó sobre la cantidad de personas que participaron de los episodios.
En tanto, en el noroeste del conurbano, la policía informó que al menos seis supermercados fueron saqueados.
"Tenemos información de que fueron seis los supermercados saqueados. Ahora la situación está controlada", dijo una fuente.
Por su lado, el ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Juan José Alvarez, dijo a una emisora de radio que los saqueos eran una muestra de desesperación.
"Hay gente que realmente tiene una situación de desesperación y se moviliza en forma autónoma o en pequeños grupos barriales", explicó.
Algunos comerciantes de las zonas más afectadas vaciaron sus locales para tratar de salvar la mercancía en caso de que continúen los incidentes.
"Quieren llevarse de todo, hoy (miércoles) no pudimos abrir y mañana va a ser peor", dijo un comerciante de San Miguel, otra localidad de las afueras de la capital argentina que fue testigo de episodios de violencia.
"Parece que somos nosotros los ladrones", agregó otro comerciante, mientras vaciaba su negocio.
Una ola de saqueos precipitó el fin del gobierno democrático del presidente Raúl Alfonsín en 1989, cuando tuvo que entregar el poder antes de tiempo a su sucesor electo, el peronista Carlos Menem, debido a una crisis hiperinflacionaria que llevó a miles de desempleados y sectores empobrecidos de la población a buscar alimentos en los supermercados.