CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Juan Pablo II dio esta mañana luz verde a la canonización del fundador del Opus Dei, el beato Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975), al aprobar un decreto en el que se reconoce un milagro atribuido a la intercesión del sacerdote español.
El milagro que le llevará a los altares se produjo en la persona de un médico español, Manuel Nevado Rey, de 69 años, de la región de Extremadura, que padecía un cáncer incurable, causado por una radiodermitis y que sanó a finales de 1992 por causas inexplicables para la ciencia, tras haber rezado al beato.
Asimismo, el Sumo Pontífice aprobó la canonización del indio mexicano Juan Diego, quien habría visto tres veces a la virgen de Guadalupe, y del padre Pío da Pietrelcina, un monje italiano famoso por sus estigmas en las manos, que reproducían las llagas de Cristo, con gran cantidad de seguidores en Italia y en el resto del mundo.
Junto al fundador del Opus Dei, padre Pío y el indio Juan Diego, también fueron promulgados hoy los decretos por los que se reconocen los milagros que llevarán a la canonización de los beatos italianos Ignazio da Santhia y Benedetta Cambiagio Frassinello.
Asimismo, también fueron aprobados los milagros que llevarán a la beatificación de los italianos Ludovico Pavone, fundador de la congregación de las Hijas de María Inmaculada; Marco Antonio Durando, fundador de la Congregación de las Hermanas de Jesús Nazareno, y Luigi Variara, fundador de la congregación de las Hermanas Hijas del Sagrado Corazón de Jesús y María, fallecido en Cúcuta (Colombia).
También serán beatificada la sierva de Dios italiana Cristiana de la Inmaculada Concepción, fundadora de la Congregación de las Hermanas Víctimas Expiatorias de Jesús Sacramentado.
En esta sesión de la Congregación para la Causa de los Santos también fueron promulgadas las virtudes heroicas de la monja italiana Antonina de Angelis, que adoptó el nombre de María Ludovica, de las Hijas de la Misericordia, que falleció en La Plata (Argentina), y del italiano Bruno Marchesini.
Las fechas de las ceremonias de canonización serán anunciadas en los próximos meses.
Maestro del buen humor y del mal genio
"Pecador. Engendró hijos e hijas. Rezad por él". El fundador del Opus Dei (del latín, "Obra de Dios"), pidió que se pusiera esta inscripción en su tumba. Sin embargo, tras su muerte en Roma el 26 de junio de 1975, sus colaboradores decidieron que sobre la noble lápida de mármol oscuro de su sepultura se leyeran sólo dos palabras en letras doradas: "El Padre".
Así era como sus miles de "hijos espirituales" llamaban al polémico sacerdote español, nacido en Barbastro el 9 de enero de 1902. El doctor en Derecho Civil y Teología se veía a sí mismo como la cabeza de una gran familia. Ordenado sacerdote a los 23 años, fundó el Opus Dei tres años más tarde, según contaba, tras recibir una "llamada divina" mientras rezaba en un convento madrileño.
La gente que tuvo contacto con él recuerda su gran carisma y su buen sentido del humor. De sí mismo decía ser un "fundador sin fundamento" o, por ejemplo, aseguraba también que el único fundador que conocía era el de las botellas, en alusión a una conocida marca española de brandy. Según explicaba, ante Dios se veía como un niño de tres o cuatro años o, incluso, como un "borrico sarnoso".
No obstante, su conocido mal genio es uno de los puntos que más enemigos le granjearon y que más críticas despertaron ante la decisión del Papa Juan Pablo II de beatificarlo el 17 de mayo de 1992, sólo 17 años después de su muerte. Además, a sus famosas broncas y enfados, se le unen, según se cuenta, su afán por los honores personales y su apego a la riqueza.
El prelado de honor de Su Santidad aseguró haber juntado sus dos nombres en uno, Josemaría, por devoción a la Virgen. Mientras, sus enemigos le acusan de, por vanidad, haber cambiado sus apellidos de Escrivá Albás a Escrivá de Balaguer y Albás y de haber rehabilitado el título nobiliario de "marqués de Peralta", que poco después, en medio de críticas, acabaría trasmitiendo a su hermano menor Santiago.
Los críticos hablan a menudo también de culto a la personalidad del fundador. "He conocido a siete papas, cientos de cardenales, miles de obispos. Pero fundador del Opus Dei sólo hay uno", decía Escrivá a sus adeptos, quienes, como saludo ordinario, hacían una genuflexión ante él y le besaban la mano. El sacerdote llegó a profetizar, erróneamente, la fecha de su muerte y no tuvo reparos en prometer el cielo a quienes le fueran fieles.
Pese a todo, monseñor Escrivá, autor de libros como "Camino", todo un clásico de la espiritualidad cristiana con más cuatro millones de ejemplares en 42 idiomas, es considerado un precursor del Concilio Vaticano II (1962-1965).
Predicaba algo que luego sería uno de los elementos centrales de la doctrina conciliar: el que cualquier persona, independientemente de su profesión y estado civil, puede alcanzar una vida cristiana plena, sin necesidad de ordenarse sacerdote o de llevar una vida consagrada.
Sin embargo, la crisis aparente en la que cayó el catolicismo en el postconcilio produjo un gran sufrimiento a Escrivá. "Los enemigos están dentro de la Iglesia", repetía constantemente, en ocasiones sin ocultar sus lágrimas. "Hijos míos, tenéis que rezar por este Papa y por el siguiente, que se va a encontrar todo hecho un desastre". Según cuentan algunos ex colaboradores, Escrivá no tenía devoción ni por Juan XXIII ni por Pablo VI.
Aunque numerosos miembros españoles del Opus apoyaron abiertamente al régimen del general Francisco Franco (1939-1975), se dice que Escrivá no tenía un gran afecto por el dictador. Al menos una vez, el sacerdote llegó a enfrentarse cara a cara con "el Generalísimo", cuando éste insultó públicamente a un miembro del Opus Dei, opositor del dictador, diciendo que no tenía familia. "Tú no tienes familia. El tiene la mía", contestó Escrivá desafiando a Franco.
Con todo, la figura de Escrivá continúa estando llena de muchas otras sombras e incógnitas. Se sabe, por ejemplo, que estuvo a punto de ser asesinado durante la Guerra Civil española (1936-1939), que fue duramente perseguido por una poderosa orden religiosa o que en los años 50 hubo una conspiración a espaldas del Papa en el Vaticano para echarlo del Opus. Todos estos misterios reposan ahora en el altar recubierto de plata de la iglesia prelaticia de Santa María de la Paz en Roma, donde en 1992 fueron recolocados sus restos.