BUENOS AIRES.- En una acción que era esperada en Wall Street, el nuevo presidente de Argentina, Adolfo Rodríguez Saa, dijo que su gobierno cesará de pagar la deuda externa e intentará revivir la devastada economía creando empleos y aumentando el circulante con bonos del gobierno.
Las decisiones, anunciadas el domingo, acercan a la Argentina un paso más hacia la cesación de pagos en su deuda de 132.000 millones de dólares, y amenaza hundir al país nuevamente en un caos inflacionario.
La acción podría no causar gran impresión en el Fondo Monetario Internacional, que el cinco de diciembre se negó a entregar una cuota de 1.300 millones de dólares a la Argentina, y exigió ulteriores recortes presupuestarios.
Los analistas coinciden, sin embargo, en que el país, y su nuevo presidente, tenían escasas opciones.
“La suspensión del pago de la deuda figuraba claramente en los pronósticos”, dijo Fernando Losada, economista de ABN Amro en Nueva York.
“Pero (el gobierno) no dijo si cesará de pagar los intereses de bonos locales”, añadió. “Tal vez concluya paralizando el pago de todos los intereses de la deuda”.
Para el 30 de junio, la deuda total del sector público era de 132.000 millones de dólares, incluídos 95.000 millones de dólares en bonos.
Inversionistas locales ya han canjeado unos 42.000 millones de dólares de la deuda por préstamos garantizados de bajo rendimiento. El pago de intereses por ese canje de deuda comienza en abril del 2002.
La decisión de Rodríguez de frenar el pago de los intereses de la deuda fue saludada con beneplácito por muchos argentinos.
“Si la opción es alimentar a niños hambrientos en la calle, o pagar al FMI, por supuesto, que hay que hacer lo primero”, dijo Mariana Alfaro, quien administra un pequeño hotel en Palermo Viejo.
Pero, como muchas otras personas, Alfaro expresó preocupación por el anuncio de Rodríguez Saa de que circulará una moneda paralela junto con el peso y el dólar.
Rodríguez Saa tiene esperanzas de que el aumento de circulante a través de los bonos servirá para acrecentar el consumo, pero arriesga socavar la confianza en la paridad del peso con el dólar.
“La gente teme que se trate de una devaluación”, dijo Alfaro. “Habrá que esperar hasta el miércoles, cuando reabran los bancos. Entonces veremos si el peso sigue valiendo un dólar”.
Rodríguez Saa dijo que no abandonará la “convertibilidad”, esto es, la paridad del peso con el dólar, ni devaluará la moneda.
Pero analistas indicaron que si el gobierno no controla la emisión de bonos, enfrentará una devaluación de hecho.
Rafael Ber, analista de Argentine Research, una consultora de Buenos Aires, dijo que si el gobierno limita la cantidad de bonos que imprime, “es controlable”.
Pero “si no hay techo, todo el mundo comprará dólares”, dijo. Eso socavará la confianza no sólo de los bonos, sino de los pesos.