NUEVA YORK.- El alcalde Rudolph Giuliani se despidió el jueves de la ciudad donde luchó contra el delito, hizo frente a sus críticos y sobrellevó los devastadores ataques terroristas pocas semanas antes de completar su mandato de ocho años.
"Aunque tendré que dejarlos pronto como alcalde, recupero el título mucho más honorable de ciudadano de Nueva York y ciudadano de Estados Unidos", dijo Giuliani frente a un altar, a una cuadra del foco de la destrucción.
El alcalde, de 57 años, se va en el mejor momento de su popularidad debido a la manera en que manejó la municipalidad luego de los ataques terroristas que derribaron el World Trade Center y mataron a casi 3.000 personas el 11 de septiembre.
Giuliani explicó que cuando asumió el cargo estaba dispuesto a adoptar un enfoque distinto al de sus predecesores, aún sabiendo que causaría "hostilidad e indignación" entre sus críticos.
"Cuando asumí como alcalde de la ciudad de Nueva York en 1993, me pareció que tenía que hacer algo distinto al de otros alcaldes", afirmó. "Me pareció que tenía que cambiar totalmente la dirección y el rumbo de Nueva York".
Durante sus dos períodos contribuyó a reducir drásticamente los índices delictivos en la ciudad, renovó el centro comercial y teatral Times Square y volvió a convertir la ciudad en un polo turístico. La revista Time lo acaba de designar la "Persona del Año" 2001.
Pero su relación con las comunidades minoritarias fue conflictiva, particularmente después que la policía mató a un negro, Amadou Diallo, y de un brutal ataque de policías contra otro, Abner Louima.
Giuliani habló en la Capilla de St. Paul, en el bajo Manhattan, un templo episcopal antiguo a metros del devastado centro de comercio.
Giuliani, republicano, por ley no pudo aspirar a un tercer período consecutivo. Dejará el cargo el 31 de diciembre y se lo entregará al empresario multimillonario Michael Bloomberg, que ganó las elecciones recientes.
Hacia el final de su discurso de 55 minutos, Giuliani propuso que el lugar del desastre se convierta en un recordatorio vivo de las víctimas.
"No deberíamos pensar en este lugar como un centro de desarrollo económico", advirtió.
"Este lugar debería ser santificado", añadió Giuliani. "Tiene que ser un sitio en el que, cualquiera que llegue, sienta inmediatamente el poder, la fuerza y la emoción de lo que significa ser estadounidense (...) Este lugar es sumamente importante".