BUENOS AIRES.— Argentina despertó el sábado a una nueva ronda de disturbios violentos y de represión policial, después de que algunos manifestantes salieron a las calles de Buenos Aires durante las primeras horas del día, ocho días después de una serie de disturbios y saqueos que provocaron la renuncia del ex presidente Fernando de la Rúa.
Por lo menos siete personas fueron hospitalizadas durante la noche, indicaron las cadenas de televisión, después de que una nueva ronda de protestas con cacerolas en contra del incipiente gobierno interino del presidente Adolfo Rodríguez Saá, que había sido pacífica, se volcara en acciones violentas y que terminaron con choques entre policías y un grupo de manifestantes extremistas.
Para el momento en que los incidentes fueron controlados poco antes del amanecer, los manifestantes ya habían atacado con piedras la fachada de la Casa Rosada, la sede del gobierno, habían destruido ventanales de comercio, y habían comenzado algunos incendios que fueron apagados rápidamente.
Policías antidisturbios respondieron a los manifestantes que los atacaban con piedras con gases lacrimógenos, con balas cubiertas de goma y camiones equipados con cañones de agua, cuando la manifestación, que había sido en términos generales pacífica, degeneró en acciones de violencia.
Entre los lesionados se encontraba un policía, que fue agredido por una multitud antes de que pudiera ser rescatado de entre los enfrentamientos callejeros cerca de la Casa Rosada.
Las autoridades no ofrecieron una cifra oficial inmediata de los lesionados.
Estos nuevos actos de violencia se dan tras la muerte de 26 personas y más de 200 heridos la semana pasada.
El enojo de los argentinos va en aumento contra el nuevo gobierno, que no ha derogado las drásticas restricciones bancarias que impiden sacar dinero de las cuentas, que fueran introducidas por el presidente Fernando de la Rúa, quien dejó el cargo en medio de protestas generalizadas hace una semana, el 21 de diciembre.
"Queremos enviar un mensaje a los políticos que no vamos a tolerar más corrupción, y esas restricciones bancarias son totalmente inaceptables", señaló el manifestante Juan Carlos Alonso, de 73 años, antes de que iniciara la violencia.
La policía, con gases lacrimógenos y disparos de balas de goma, reprimió a miles de manifestantes que espontáneamente se habían congregado en la histórica Plaza de Mayo para protestar con cacerolas contra el gobierno.
Grupos de hombres y mujeres se manifestaban en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, sede del gobierno, y trataban de escapar de la represión policial.
Algunos grupos que se encontraban entre los manifestantes resistían la represión y lanzaban piedras a la policía y a la Casa Rosada.
La violencia de la madrugada del sábado parece continuar las protestas de la semana pasada, que dejaron un saldo de 26 muertos y más de 200 heridos.
Durante varias horas, con gran escándalo de cacerolas, miles de argentinos salieron a las calles de esta capital y de distintos puntos del país para protestar pacíficamente contra la inclusión en el nuevo gobierno de figuras vinculadas a la corrupción y reclamar la liberación de las restricciones a los depósitos bancarios.
El "cacerolazo" del sábado constituye la segunda protesta multitudinaria callejera de la clase media argentina en menos de dos semanas.
El miércoles de la semana anterior, miles de personas reclamaron con golpes de cacerolas y bocinazos de autos un cambio de la política económica neoliberal y de las figuras políticas, provocando la inmediata renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa y su gabinete de ministros.
Portando banderas argentinas, con cacerolas en sus manos, golpes de palmas, bocinazos y sirenas, repitieron las protestas el sábado en la madrugada contra el nuevo gobierno del presidente Adolfo Rodríguez Saá, quien asumió en sus funciones el domingo pasado.
Al compás del ritmo de las cacerolas, en forma pacífica y ordenada, se habían agrupado en la histórica Plaza de Mayo, en el Congreso y en diferentes esquinas estratégicas de la ciudad y distintos puntos del interior del país.
Poco después de que dio comienzo la protesta, el gobierno anunció la renuncia de su asesor Carlos Grosso, una figura cuestionada y sobre quien pesan sospechas de corrupción durante la administración de Carlos Menem.
Argentina atraviesa por una de las peores crisis económicas y sociales de las últimas décadas. El desempleo en el país alcanza el 18,3% y casi 15 millones de argentinos, de un total de 36 millones están inmersos en la pobreza.
Para colmo de males, la economía se encuentra postrada en una profunda recesión desde hace 42 meses.
Para frenar una fuga de depósitos superior a los 19.000 millones de dólares en lo que va del año, el anterior gobierno de De la Rúa dispuso restringir a 250 dólares semanales las extracciones de dinero en efectivo de las cuentas bancarias. Esta medida aún está vigente.