LIMA.- El ministerio del Interior peruano incautó hoy una tonelada y media de productos pirotécnicos, a escasas cuadras de las galerías comerciales que se incendiaron anoche por la explosión de juegos artificiales con el saldo parcial de 236 muertos, en pleno centro de Lima.
El ministro del Interior, Fernando Rospigliosi, mostró a la prensa las cajas con los artefactos, prohibidos desde hoy, encontradas en ocho locales comerciales ubicados a escasos metros del lugar del siniestro.
Entre los productos incautados se hallaron "chocolates", como los que desataron el desastre de anoche, "rata blanca" y "silbadores", algunos de los explosivos más vendidos en las últimas semanas en Lima.
Rospigliosi pidió a los dueños de los locales que se acerquen para verificar la mercadería que tienen en su interior, pues de lo contrario procederán al descerraje de las tiendas con autorización de la fiscalía.
"Hay presunción de que hay otros locales con productos pirotécnicos, pero están cerrados", se quejó el funcionario.
El ministro relató que algunos vecinos que guardaban juegos artificiales accedieron voluntariamente a entregarlos, mientras que otras personas huyeron y dejaron almacenes cerrados.
La Municipalidad de Lima Metropolitana habría dado al ministerio la ubicación de algunos almacenes que no pudieron ser intervenidos por la falta de apoyo policial, a inicios de este mes.
Los importadores de artefactos pirotécnicos adquirieron 900 toneladas para la campaña navideña y de fin de año, pero la municipalidad limeña sólo pudo incautar cinco toneladas de ellos, en virtud a una disposición del concejo capitalino.
El ministro anunció que se trata del inicio de un operativo que seguirá sobre todo mañana para evitar el uso de los cohetecillos y lanzas multicolores en las celebraciones de Año Nuevo.
Las decenas de cajas y bolsas con artefactos pirotécnicos serán llevados al depósito de la municipalidad y posteriormente destruidos.
A pesar del grave desastre producido en una zona comercial del centro de Lima y la prohibición anunciada por el presidente Alejandro Toledo para que se deje de producir, vender y usar juegos artificiales, comerciantes en distintos puntos de la capital seguían ofreciéndolos y algunos jóvenes quemaban los últimos artefactos que tenían en casa.
