SYDNEY.- Aunque siguen activos algunos focos de fuego en el sur de Nueva Gales del Sur, hoy empezó la tarea de restablecer la normalidad tras más de dos semanas de incendios que han arrasado unas 600.000 hectáreas y paralizado la vida de ese estado.
Los incendios más largos y probablemente los peores de la historia de Australia han dejado una herida de tierra quemada que ahora hay que curar.
El Servicio Rural de Bomberos del estado revisó hoy la lista de daños provocados por los más de cien fuegos registrados desde Navidad: 569 hectáreas, 115 viviendas, 250 estructuras y edificios, 50 vehículos, barcos, caravanas y 6.000 animales de granja.
El valor de los daños materiales calculado por el Gobierno y las compañías de seguros asciende a 70 millones de dólares.
El descenso de la temperatura en los últimos días, el aumento de la humedad y vientos menos fuertes han permitido controlar la casi totalidad de los 80 frentes de llamas localizados dentro de los límites de contención.
Solamente en los parques nacionales de Yengo, al norte de Sydney, y de Deua, en el sur del estado, el fuego se escapa al control de los bomberos, aunque se espera dominarlos entre hoy y mañana.
El Servicio Rural de Bomberos señaló que esta tarde otra hoguera brotó en el área de Hawkesbury, al noroeste de Sydney, y que han enviado refuerzos humanos y materiales para sofocar las llamas.
Otros equipos mantienen la lucha para salvar a la reserva natural de Moreton, en la costa sur del estado, y acabar el avance de las llamas en dirección norte.
Durante la mañana, los helicópteros cisterna Elvis, Increíble Hulk y Melocotón de Georgia suspendieron por unas horas sus trabajos de extinción para que se estableciesen nuevas estrategias y se impartiesen órdenes.
Los bomberos temen que si la fuerza del viento aumenta de nuevo, y las previsiones indican vientos de hasta 40 kilómetros por hora para el viernes, el fuego se acerque a la localidad de Nowra, en la región turística de Shoalhaven.
Compañeros de refresco reemplazaron hoy a los 250 bomberos que protegen a la población, que lleva amenazada desde las Navidades, mientras las tareas de extinción siguen en otras zonas de Nueva Gales del Sur.
Por otro lado, el príncipe Andrés de Inglaterra, que llegó anoche a Australia en una vista privada, se acercó hoy a la localidad de Warrimo, al pie de las Montañas Azules, la zona donde comenzaron los más graves incendios y que ha quedado arrasada.
A pesar de que los bosques que rodean a la población han quedado carbonizados, el pueblo únicamente ha perdido ocho casas, todas en la misma calle.
"El trabajo realizado por el comisario Phil Koperberg y su Servicio Rural de Bomberos de Nueva Gales del Sur ha sido excepcional", manifestó el príncipe Andrés, quien iba acompañado por el jefe del gobierno de Nueva Gales del Sur, Bob Carr, y por el gobernador general de Australia, Peter Hollingworth.
"Habéis intentado conseguir el máximo número de personas posible para defenderos de cada fuego en cada momento y reducir cada amenaza en particular, antes de afrontar la próxima: eso ha sido una guerra", señaló el duque de York.
Carr manifestó que la visita real implica el reconocimiento y la solidaridad internacional al esfuerzo y el sufrimiento de los australianos durante los incendios.