BUENOS AIRES.- Un grupo de 11 desocupados y un cura párroco se crucificaron simbólicamente este miércoles en la ciudad de La Quiaca, en el extremo norte argentino limítrofe con Bolivia, en una inédita protesta en reclamo de fuentes laborales.
Cinco hombres y seis mujeres desempleados y el cura de la localidad, el español Jesús Olmedo, se ataron con cadenas y trapos a postes de alumbrado público y teléfonos.
Los "crucificados" se alinearon a lo largo de 700 metros desde la plaza central de La Quiaca (provincia de Jujuy) hasta el puente internacional Horacio Guzmán, que comunica a Argentina con Bolivia.
Las mujeres se ataron con las manos abiertas, mientras apoyaban los pies en el piso, en tanto que los hombres eran ubicados más arriba, sostenidos con tacos de madera.
El grupo se mantendrá hasta la tarde de este miércoles, cuando será reemplazado por otro que realizará la misma protesta por cinco horas y luego con relevos hasta la mañana del jueves.
Los postes de alumbrado público fueron atravesados por una madera horizontal donde se colocaron las cruces que tiene atados a los manifestantes.
Ante cada "crucifixión", el cura Olmedo preguntaba a los desocupados el motivo de la protesta, su edad y familia a cargo, y la mayoría de ellos respondía que "no podía darle de comer a los hijos".
Olmedo dijo a la prensa que la crucifixión "es simbólica y real, porque es la cruz de todos los días el hambre, la injusticia, el dolor; es una situación horrible".
"Queremos que esto se interprete como todo un dolor, aquí en la puna (zona andina norteña) tenemos un 60% de desocupación y un 50% de desnutrición infantil. No hay leche, mercaderías, medicamentos, falta de todo", se lamentó el religioso.
Jujuy (1.540 km al norte), donde está La Quiaca, es una de las provincias más pobres del país, que registra una desocupación global de 18,3% de la fuerza laboral, a una décima porcentual del récord histórico de 1995.