GUANTANAMO, Cuba.- Mientras la atención internacional se concentra en sus celdas reducidas y manos esposadas, los prisioneros del Talibán y de Al Qaeda tienen otros obstáculos más difíciles que superar para poder escapar de la base estadounidense de Guantánamo.
Los tiburones abundan en las transparentes aguas caribeñas al sur de los 117 kilómetros cuadrados de esta base en el extremo sudoriental de Cuba que está en manos estadounidenses desde 1898.
Los 28 kilómetros de perímetro de la base están protegidos por una zona militar cubana, sembrada de minas personales y custodiada por soldados armados.
Y como disuasivo final, hace tiempo se plantó una barrera de cactus en el lado cubano para evitar fugas en cualquiera de las direcciones de esta ahora tranquila frontera, una de las últimas de la Guerra Fría.
"Yo sé que son guerreros feroces, capaces de cualquier cosa, pero yo estimo que sus posibilidades de escape en cero", dijo un joven soldado cubano en la zona militar.
Los prisioneros talibán y de Al Qaeda, traídos desde Afganistán en medio de la campaña liderada por Estados Unidos para vengar los atentados del 11 de septiembre, probablemente desconocen cómo les fue a los anteriores inquilinos de esta base.
Cuando miles de refugiados cubanos y haitianos fueron traídos a Guantánamo durante las crisis migratorias de los años 90, varios murieron y otros resultaron heridos por las minas tratando de huir a Cuba.
"Es una medida netamente defensiva", dijo el general cubano José Solar sobre las minas.
Estados Unidos retiró sus minas de la base hace años, pero Cuba sostiene que los norteamericanos tienen una técnica para volverlas a colocar rápidamente si fuera necesario.
También se cuenta que algunos cubanos murieron al hacer el camino contrario, tratando de llegar a nado a la base para pedir la ciudadanía estadounidense, el sueño de muchos cubanos.
La llegada de los primeros prisioneros el viernes pasado fue vista en directo por periodistas que fueron escoltados por soldados cubanos hasta la colina de Tres Piedras. Desde allí, los corresponsales pudieron narrar por teléfonos móviles la esperada llegada del primer avión.
Los soldados cubanos también observaron con interés la llegada y algunos incluso ayudaron a los periodistas a contar los prisioneros.
El húmedo calor, a pesar de ser invierno, de una de las zonas más calurosas de Cuba, debió golpear como una bofetada al bajar del avión a los prisioneros traídos directamente del gélido invierno afgano.
Sin embargo, el paisaje árido de una de las zonas más pobres de la isla quizás les fue algo más familiar.
Washington, que eligió esta base por ser una de las opciones más seguras fuera del territorio norteamericano, mantiene a los prisioneros como "combatientes ilegales", no como prisioneros de guerra protegidos por la Convención de Ginebra de 1949.
Las condiciones de los prisioneros en el traslado y en la base, donde están recluidos en celdas abiertas, han despertado críticas internacionales.
Y si lograran llegar a territorio cubano, algo prácticamente imposible, los prisioneros no serían bienvenidos por los locales, muchos de los cuales confían en que se vayan pronto.
"Es una falta de respeto, nos quieren provocar, podrían haberlos llevado a cualquier otro sitio", dijo el estudiante Yurislandy Lescalle en la plaza central de la tranquila ciudad de Guantánamo.
Gobierno cubano no se opone
Pero para sorpresa de muchos, lejos de protestar ante la llegada de los prisioneros, el gobierno de Fidel Castro mantuvo primero un discreto silencio y luego hizo pública una declaración en la que, si bien reivindicaba la soberanía cubana sobre la base, afirmaba que no se oponía al plan de Washington y ofrecía su colaboración.
Según analistas, esta conciliadora actitud cubana se debe a dos factores. En primer lugar Cuba, consciente de que está aumentando la presión a favor del levantamiento del embargo norteamericano sobre la isla, no quiere empeorar sus relaciones con Washington en un momento potencialmente positivo.
Por primera vez en 40 años, Estados Unidos ha vendido comida a Cuba y últimamente hay un flujo continuo de visitantes norteamericanos a la isla, que son recibidos calurosamente por Castro.
Y en segundo lugar, según diplomáticos, Cuba no quiere ser vista como un obstáculo a la coalición internacional en contra del terrorismo.