ROMA.- Un centenar de ciudades del norte de Italia, entre ellas Milán y Turín, vivieron hoy un domingo sin automóviles, tras ser prohibida la circulación de vehículos debido a la fuerte contaminación que padecen, que ha superado cinco veces los niveles de guardia establecidos.
Durante todo el día sólo se vieron calles desiertas de coches, miles de bicicletas que se adueñaron de las ciudades y personas paseando por las zonas de tiendas de los centros urbanos.
La prohibición de circular afectó a las ciudades de Milán, Turín, Mestre, Vercelli, Parma, Piacenza, Pavia, Bérgamo, Brescia, Novara y Alessandria y a decenas de otras poblaciones más pequeñas, pero también muy industriales, de las regiones de Lombardia, Piamonte, Véneto y Emilia Romagna.
Los niveles de contaminación se dispararon en los últimos días debido a que hace ya semanas que no llueve en esas regiones, hace mucho frío, lo que obliga a mantener encendidas las calefacciones de las ciudades prácticamente todo el día y no hay vientos que alejen el polvo y otros elementos contaminantes.
El presidente de la región de Lombardia (cuya capital es Milán), Roberto Formigoni, dijo hoy que si en los próximos días no cambia el tiempo y continúan los mismos niveles de contaminación llegará a prohibir la circulación de vehículos en el área de Milán -la segunda ciudad de Italia- incluso en días laborables.
Anunció que presumiblemente a partir del martes imponga las “matrículas alternas”, es decir, que un día sólo podrán circular vehículos con matrículas que acaben en par y al siguiente en impar.
No descartó que esta próxima semana, tal vez el jueves, llegue a prohibir la circulación total, medida que no comparte el alcalde de Milán, Gabriele Albertini, que considera que sería un caos -por ser un día laborable- que afectaría a más de dos millones de habitantes.
El Ministerio del Ambiente pidió en las últimas horas a los ciudadanos que usen los medios públicos y dejen los coches en sus casas.
Formigoni fue de los primeros que le hizo caso: anoche acudió en autobús a la inauguración del nuevo Teatro Degli Arcomboldi, en las afueras de Milán y que será la sede de la Scala durante los próximos tres años, el tiempo necesario para restaurar el viejo templo de la ópera milanés.