BUENOS AIRES.- El gobierno argentino descartó el lunes que la misin de funcionarios que se reunirá el martes en Washington con autoridades del FMI y del Tesoro estadounidense pueda volver al país con un paquete de ayuda financiera bajo el brazo.
"Vamos a oír directamente de boca del Fondo Monetario (Internacional) y del Tesoro de Estados Unidos cuáles son las ideas que tienen sobre la negociación. Nosotros diremos lo nuestro, y queremos dejar de lado la expectativa de que el jueves volvemos con la valija llena de plata (dinero)", dijo a periodistas el portavoz presidencial, Eduardo Amadeo.
El ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, encabezará la misión argentina que tratará de explicar al FMI y al Tesoro los pormenores del plan económico presentado la semana pasada, con el que se pretende "pesificar" a una economía que por 10 años se basó en el dólar, para incentivar al sector productor y exportador argentino.
"Vamos a empezar la conversación, que será muy larga y complicada, porque la situación argentina es extremandamente compleja", añadió.
Funcionarios señalaron en la última semana que Argentina precisa entre 15.000 y 20.000 millones de dólares de ayuda internacional, luego de que permitió la devaluación de su peso en un intento desesperado por resucitar la economía, que ha registrado contracciones anuales desde 1999.
El gobierno asegura tener reservas suficientes para soportar un mercado cambiario flotante, pero el mismo presidente argentino, Eduardo Duhalde, denunció una posible campaña de especulación financiera que podría emprender una compra masiva de divisas, lo que perjudicaría al plan económico oficial.
A principios de enero, el gobierno de Duhalde puso fin a más de una década de paridad cambiaria del peso con el dólar, con el fin de aumentar la competitividad del país y sortear la crisis económica.
Pero la devaluación ha provocado un avance de la inflación, que en enero llegó a 2,3 por ciento, su mayor nivel mensual en 10 años.
El gobierno estima que cerrará el 2002 con una inflación de 15 por ciento, pero el aumento de los precios hace temer una repetición de la hiperinflación que registró la tercera economía de Latinoamérica a fines de la década de 1980.