BOGOTA.- El general Gustavo Porras Amaya, jefe de la brigada del Ejército de Colombia que tenía a su cargo la región del Caquetá, aislada por los atentados de las FARC, pidió su baja de la milicia tras reconocer que no pudo evitar la ofensiva guerrillera.
Porras Amaya, quien comandaba la Duodécima Brigada con sede en Florencia (capital del Caquetá), argumentó hoy razones de "honor" para pedir su baja, un día después de que el Gobierno anunciara medidas extraordinarias para contrarrestar los ataques de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Esta guerrilla intensificó sus acciones bélicas después de que el Gobierno del presidente Andrés Pastrana pusiera fin al proceso de paz, el pasado 20 de febrero, y cancelara la zona neutral de más de 42.000 kilómetros cuadrados que rigió durante más de tres años y que comprendía parte del Caquetá.
La dimisión del general, a quien se sumaron otros cuatro militares, se conoció poco después de que el Gobierno aprobara el jueves una serie de medidas extraordinarias para enfrentarse a las FARC, entre ellas un comando castrense autónomo sobre 19 municipios de seis departamentos, incluido el Caquetá.
El jefe militar que solicitó la baja tenía una destacada hoja de servicios, fue edecán del presidente Virgilio Barco (1986-1990) y comandaba la brigada desde diciembre pasado, cuando fue ascendido a general.
Porras explicó hoy que su decisión se debe a que el Ejército no pudo evitar la ofensiva de las FARC, y recordó que hace tres años los militares colombianos adoptaron un "código de honor" según el cual el oficial que no logre resultados debe retirarse.
No obstante, subrayó que su decisión "no es una victoria de las FARC ni una derrota del Ejército".
"Es sólo la decisión soberana de un oficial responsable al que no le salieron las cosas. Es el terrorismo el que me obliga a renunciar", expresó Porras, cuya solicitud de retiro fue aceptada de inmediato.
"Como las cosas no salieron como yo esperaba, he decidido retirarme para que otro continúe la tarea", manifestó Porras.
Las FARC aislaron prácticamente al Caquetá tras dinamitar los mayores puentes de carreteras de la región, derribar torres de telecomunicaciones, incendiar vehículos en las vías y destruir la central eléctrica que abastece la zona, lo que causó una crisis de abastecimiento.
Uno de los municipios del Caquetá, San Vicente del Caguán, pertenecía a la antigua zona neutral y allí se celebraban las reuniones de la mesa de negociación entre el Ejecutivo y las FARC.
La zona fue bombardeada por la Fuerza Aérea, y el pasado fin de semana empezó a quedar bajo el control del Ejército, pero la presencia estatal no ha impedido que los rebeldes continúen con sus atentados, fusilando a supuestos paramilitares infiltrados y controlando las carreteras por medio de retenes.
Precisamente en esa parte de Colombia, visitada el pasado sábado por Pastrana, fue secuestrada el mismo día por las FARC la candidata presidencial independiente Ingrid Betancourt cuando pretendía llegar a la antigua zona de distensión y a quien esa guerrilla propuso al Gobierno canjear por los guerrilleros presos.
Junto con el general Porras y por las mismas razones dimitieron el coronel Armando Pinzón Rengifo, el teniente coronel Rómulo Vásquez, el mayor Gerardo Alberto Cano y el capitán Alvaro Pérez Manzano.
Para restablecer la normalidad, el Gobierno anunció que las Fuerzas Militares incrementarán los controles de seguridad en varios puntos críticos de seis departamentos, pagarán recompensas hasta de 430.000 dólares por la entrega de los cabecillas guerrilleros e intensificarán el control de explosivos.
Para comandar el "teatro de operaciones" fue designado el general Gabriel Eduardo Contreras, que dirigirá las tropas y podrá hacer censos de población y controlar la entrada y salida de personas.
