ISLAMABAD.- Nuevos enfrentamientos aceleraron la lucha en territorio afgano y demostraron que, pese a algunas semanas de estancamiento, el enemigo número uno de Estados Unidos, la red terrorista Al Qaeda, está vivo y en condiciones de causar daños.
Siete soldados norteamericanos y otros tantos combatientes tribales afganos murieron hoy en una furiosa batalla con los guerrilleros árabes sobre las montañas del sudeste de Afganistán.
Uno de los comandantes afganos aliados de los norteamericanos dijo que las pérdidas de Al Qaeda son "al menos diez veces superiores".
Entre los "cientos" de guerrilleros árabes y talibán atrincherados en las montañas de Shah-e-Kot, 30 kilómetros al sur de Gardez, en la provincia de Paktia, hay -según fuentes informadas- "altos dirigentes de Al Qaeda", y tal vez también su jefe supremo, el saudita Osama bin Laden.
En el ataque participan 1.500 hombres de la coalición internacional contra el terrorismo, en su mayoría afganos pero también norteamericanos, franceses, canadienses, alemanes, daneses, australianos y noruegos.
La batalla en curso en las cercanías de Gardez fue descrita por los testigos como la "más amplia" que se haya combatido en seis meses de guerra contra el terrorismo en Afganistán.
Los hombres de Al Qaeda se defienden con ferocidad, utilizando también artillería pesada y antiaérea, con la cual abatieron hoy dos helicópteros norteamericanos.
Los guerrilleros, dijo el gobernador de la provincia de Paktia, Taj Mohammed Wardak, "no están en condiciones de lanzar una contraofensiva, pero a medida que nos acercamos su resistencia se hace más feroz".
Wardak dijo que los hombres de la coalición conquistaron "posiciones estratégicas" y previó que la batalla se extenderá por "algunos días".
La coalición encabezada por Estados Unidos atacó a los talibán afganos y sus aliados de Al Qaeda el 7 de octubre pasado, después que Osama bin Laden fue identificado como el organizador de los atentados del 11 de septiembre, que causaron la muerte de unas 3.000 personas en Estados Unidos.
El régimen de los talibán cayó en noviembre, tras seis semanas de intensos bombardeos frente a la ofensiva de las milicias afganas rivales, pero en el sudeste del país quedaron sacos de resistencia, como confirman los últimos acontecimientos.
Desde entonces, se perdieron las huellas de bin Laden y del líder de los talibán, el mullah Mohammed Omar.
El comandante Gilani, uno de los jefes de la milicia afganos que dirigen la ofensiva, dijo que el "enemigo" sufrió "duras" pérdidas.
Mientras la batalla de Gardez estaba en pleno desarrollo, un grupo de guerrilleros atacó, en la noche entre sábado y domingo, a los militares norteamericanos que controlan el aeropuerto de Khost, menos de 100 kilómetros al este de Gardez, junto al límite con Pakistán.
Los militares respondieron al fuego, y no parece que haya habido víctimas.
Hoy un vocero paquistaní dijo que "miles" de hombres de las fuerzas paramilitares de Islamabad "sellaron" la frontera con la provincia afgana de Paktia, donde se desarrollan los combates.
"Los militares están alineados sobre un frente de 100 kilómetros en la zona de Madakheil", dijo el vocero.
Sobre las montañas en torno a Gardez surgen algunos de los complejos de bunker subterráneos usados en el pasado por los partisanos afganos en la guerra contra los invasores soviéticos.
Los bunker pasaron luego bajo control de los talibán y de Al Qaeda, que los reestructuraron y reforzaron. Funcionarios norteamericanos confirmaron que en los bombardeos se usó al menos una bomba "termobárica", del modelo BLU-118.
Las explosiones de las bombas BLU-118 crean una serie de ondas expansivas capaces de superar cualquier obstáculo, y se cree que pueden destruir por completo un sistema de bunker subterráneos, sin dejar salida a quien esté oculto en el interior.