TOKIO.- En una de las primeras ceremonias de una vida que estará plagada de rituales, la Princesa Aiko de Japón, de tres meses de edad, participó el miércoles en un antiguo rito para tener una vida saludable.
En brazos de su orgullosa madre, la Princesa heredera Masako, mientras abandonaba su palacio, Aiko miró con serenidad hacia adelante e incluso movió su pequeño puño en lo que a los fotógrafos y periodistas les pareció una leve sugerencia de un saludo real.
Su radiante padre, el Príncipe heredero Naruhito, permaneció de pie junto a ella.
Con un vestido regalado al nacer por sus abuelos, el Emperador Akihito y la Emperatriz Michiko, la bebé fue presentada ante tres lugares sagrados en los terrenos del Palacio Imperial.
Los bebés japoneses, normalmente envueltos en brillantes y elaborados vestidos, participan en un rito similar ante lugares sagrados de la tradicional religión animística Shinto (creencia que todo ente en la naturaleza tiene alma) de Japón, donde se ofrecen oraciones pidiendo buena salud y son presentados a los dioses locales.
Tras la visita, Aiko iba a ser presentada formalmente a sus abuelos como miembro oficial de la familia imperial, cuyas raíces se hunden en antiguos mitos y se dice alcanzan 125 generaciones en una línea directa desde la Diosa Solar Amaterasu.
Kyodo dijo que la ceremonia incluía un ritual en el que el Emperador y Aiko hacían como si bebieran vino de arroz de una sola copa.
Aiko, nacida el 1 de diciembre del año pasado, es el primer descendiente de los príncipes herederos en casi nueve años de matrimonio.
Podría llegar a convertirse en la primera Emperatriz reinante de los tiempos modernos, si se cambia una estricta ley sobre la sucesión masculina.
No ha nacido ningún niño en la familia imperial desde el nacimiento del hermano de Naruhito, el Príncipe Akishino, hace 37 años.