DUBAI.- El vicepresidente de EE.UU., Dick Cheney, concluye hoy lunes su gira por nueve países árabes en Kuwait, donde tampoco ha obtenido apoyo para un eventual ataque de envergadura contra Irak.
En una rueda de prensa con Cheney, el viceprimer ministro y ministro de Asuntos Exteriores kuwaití, jeque Sabah al Ahmad al Sabah, dijo que su país no apoyará una acción militar masiva contra el vecino país.
"Irak no es un país amigo de Kuwait, pero este no es un buen momento (para un ataque)", opinó el jeque al Sabah, quien añadió que, en caso de una ofensiva militar, sólo se vería afectado el pueblo iraquí y no el régimen de Bagdad.
El resto de los países árabes que ha visitado Cheney -Egipto, Jordania y los otros seis de la Península Arábiga- también han manifestado al vicepresidente de EE.UU. su oposición a atacar a Irak, ya que consideran que una acción militar de ese tipo podría desestabilizar todo Oriente Medio.
El jeque Al Sabah había recalcado, en declaraciones anteriores a la llegada de Cheney, que el régimen iraquí debe cumplir todas las condiciones impuestas al país por las resoluciones de la ONU después de que sus tropas invadieran Kuwait en 1990.
EE.UU. insiste en que Bagdad admita la vuelta de inspectores de la ONU para supervisar el desmantelamiento de sus armas de destrucción masiva, principal condición impuesta por Naciones Unidas para levantar el embargo internacional impuesto al país desde hace casi doce años, y amenaza con atacar Irak si no regresan.
En declaraciones difundidas hoy, el vicepresidente iraquí, Taha Yasin Ramadán, dijo que su país admitiría el regreso de inspectores de armas de la ONU, siempre que previamente se defina su misión y se elabore un calendario para llevarla a cabo, postura que podría debilitar los planteamientos bélicos de Washington.
Acusados por Bagdad de espiar para EE.UU. e Israel, los inspectores de la ONU salieron de Irak en diciembre de 1998, horas antes de que comenzara la "Operación Zorro del Desierto", en la que estadounidenses y británicos efectuaron intensos bombardeos contra territorio iraquí.
El jeque Al Sabah recalcó asimismo que había pedido a Cheney que presione al gobierno israelí, que encabeza el primer ministro derechista Ariel Sharón, para que permita al presidente palestino, Yasser Arafat, participar en la Cumbre Arabe que se celebrará en Beirut a finales de este mes.
Las autoridades de Kuwait habían señalado que, "como amigos y aliados", exigirían a Cheney que EE.UU. presione a Israel, a donde viajará hoy mismo, para que ponga fin a la "brutal agresión" contra la población palestina en Gaza y Cisjordania.
Al su llegada a Kuwait, procedente de Qatar, Cheney se reunió con el emir, jeque Yaber al Ahmad al Yaber al Sabah, y el príncipe heredero y primer ministro, jeque Saad al Abdulá al Salem al Sabah, entre otros responsables kuwaitíes.
Cheney no es un extraño en los estados de la Península Arábiga, pues en 1990 recorrió la zona como secretario de Defensa de su país para organizar la coalición que en 43 días de guerra acabó a principios de 1991 con siete meses de ocupación iraquí de Kuwait.
Ayer, en Bahrein, Cheney destacó el "peligro" que suponen para la seguridad mundial los países que desarrollan armamento de destrucción masiva, en una aparente referencia a Irak, e insistió en que Washington "continuará la lucha contra el terrorismo".
Sin embargo, negó que el objetivo de su actual gira por la zona sea buscar apoyos a un eventual ataque de EE.UU. y el Reino Unido contra Irak, del que Washington y Londres aseguran que tiene armas de destrucción masiva, aunque Bagdad asegura que no.
"Todavía no se ha decido lo que hacer con Irak", aseguró Cheney, que hoy ha recibido la última negativa pública árabe a apoyar una acción contra Bagdad, a cuyo régimen, encabezado por el presidente Saddam Hussein, las autoridades de EE.UU. han manifestado que pretenden derrocar.