CIUDAD DEL VATICANO.- La Iglesia colombiana ha hecho un llamamiento para continuar la obra a favor de la "paz y la justicia" y contra el narcotráfico, iniciada por el arzobispo de Cali, Isaías Duarte, asesinado el pasado sábado.
"La muerte de monseñor Duarte es una invitación a continuar su labor mediadora entre las partes enfrentadas en Colombia", asegura el arzobispo de Tunja, Luis Augusto Castro, en declaraciones que recoge hoy la agencia vaticana Fides.
En este sentido cita las palabras del papa Juan Pablo II: "no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón".
Castro admite que el país latinoamericano atraviesa "momentos difíciles", pero en estas circunstancias adversas la Iglesia debe demostrar su unidad y "coraje apostólico".
El prelado señala que la jerarquía eclesiástica colombiana, reunida para los funerales de Duarte el pasado martes, reflexionó de forma conjunta sobre la necesidad de llevar adelante las denuncias del difunto contra la violencia y la corrupción y su mensaje de caridad hacia los más desfavorecidos.
La violencia en Colombia ocupa la vida política -con la subversión armada- y la económica -el narcotráfico- además de una violencia social que se traduce en la delincuencia común, según recoge el medio de información de la Santa Sede.
Esta violencia era especialmente evidente en Cali, diócesis de la que era titular monseñor Duarte.
El arzobispo de Tunja, ciudad colonial a 135 kilómetros al nordeste de Bogotá, recuerda como Duarte se enfrentó a la clase política y a los narcotraficantes al denunciar la corrupción en la campaña electoral, por lo que estos últimos habrían decido el atentado.
Castro concluye con el augurio de que "la sangre vertida por monseñor Duarte sea semilla de paz y convivencia pacífica para Colombia, un país martirizado".