CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Juan Pablo II limitó su participación en una ceremonia del Domingo de Ramos, y por primera vez durante su pontificado permitió que un cardenal celebrara la misa, mientras él permanecía sentado.
Una fuente del Vaticano que solicitó permanecer anónima dijo que los médicos aseguran que la rodilla del Papa mejora, luego de las inflamaciones y dolores causados por la artrosis, pero que el pontífice debe todavía guardar reposo.
Inicialmente, el Papa se resistió al consejo de los médicos para que no oficiara misa, pero al final cedió, dijo la fuente.
La solemne ceremonia del Domingo de Ramos da inicio a la Semana Santa, el periodo litúrgico más importante de la Iglesia Católica. En otras ocasiones, el Papa había oficiado la misa de Domingo de Ramos y encabezaba una procesión en la que bendecía las hojas de palma ondeadas por los fieles en señal de alabanza.
En las últimas semanas, el Vaticano ha dicho que el Papa tiene instrucciones de sus médicos de limitar sus movimientos hasta recuperarse del dolor de la rodilla.
El domingo, Juan Pablo lucía cansado en su sillón colocado en la escalinata de la Basílica de San Pedro, y leyó el Evangelio sentado. Arrastraba las palabras y en algunos tramos la lectura era vacilante.
"La auténtica fuerza del hombre se nota en la fidelidad con la que es capaz de dar testimonio a la verdad", dijo el Papa.
Elevó también algunas plegarias y hacia el final de la ceremonia leyó en voz altas varios saludos en diversos idiomas. Aseguró a la gente de Canadá que la verá en julio, durante un peregrinaje a Toronto.
La ceremonia del Domingo de Ramos, que incluye un evangelio especialmente largo y varios cánticos, es una de las más largas en el calendario litúrgico. El sacerdote que oficia la misa pasa hasta dos horas de pie en el altar.
En un día soleado con un viento fresco, decenas de miles de fieles llenaron la Plaza de San Pedro, ondeando hojas de palma y ramas de olivo en conmemoración de la entrada de Jesús a Jerusalén, en los últimos días antes de la crucifixión.
El cardenal italiano Camillo Ruini ofició la misa en lugar del Papa.