WASHINGTON.- La mayoría de los cabecillas de Al Qaeda que el Pentágono puso en la lista de terroristas más buscados, sigue en paradero desconocido, pese a la operación policial de esta semana en Pakistán que permitió detener a cinco presuntos talibanes y 25 supuestos miembros de esa organización terrorista.
En una operación conjunta con las fuerzas de seguridad de Pakistán, agentes de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y de la Agencia Central de Información (CIA) capturaron en las ciudades paquistaníes de Faisalabad y Lahore, a cinco presuntos talibanes y 25 árabes supuestamente integrantes de Al Qaeda.
La incapacidad de los servicios policiales y de espionaje estadounidenses y paquistaníes para detener a los líderes talibanes de Al Qaeda, podría prolongar la intervención militar de EE.UU. en Afganistán, que ya necesitó aumentar su presencia en territorio afgano de 3.000 a 7.000 soldados desde enero pasado.
El Departamento de Defensa informó que tiene en su base de Guantánamo (Cuba) a unos 300 hombres que fueron capturados en Afganistán y a otros 200 en el país asiático, y todos ellos podrían ser juzgados como terroristas.
Según las informaciones divulgadas por el Gobierno de George W. Bush tras casi siete meses de ocurridos los atentados del 11 de septiembre, nueve de los miembros principales de Al Qaeda han muerto y tres fueron capturados desde el inicio de la "Operación Libertad Duradera" el 7 de octubre pasado.
Sin embargo, otros quince hombres incluidos en la lista elaborada por el Pentágono, siguen prófugos o se desconoce si han muerto en combate o por los bombardeos estadounidenses.
En cuanto a la cúpula de la milicia talibán, dos cabecillas han muerto, cuatro fueron detenidos y se desconoce el paradero de otros 21.
Entre los prófugos o desaparecidos más importantes se encuentra el jefe de Al Qaeda, el saudita Osama bin Laden, y el caudillo talibán Mohamad Omar.
En octubre pasado, Bush dijo que quería "a Bin Laden vivo o muerto", y esta semana el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, reiteró que la captura o muerte de los cabecillas de Al Qaeda y de los talibanes sigue siendo la principal condición para que concluya la campaña militar estadounidense en Afganistán.
El Gobierno de EE.UU. ha ofrecido recompensas de hasta 25 millones de dólares por alguna información que conduzca a la captura de Bin Laden, Omar y otros jefes de los grupos que Washington ha puesto en su lista de terroristas internacionales.
Pero el jefe de la campaña militar, el general Tommy Franks, del Comando Central, reconoció que las ofertas de recompensas no han ayudado a encontrar pistas de los prófugos.
"Creo que las recompensas que se han ofrecido son algo bueno y que en el futuro podrían darnos dividendos", dijo Franks. "En términos de la ayuda que hemos recibido de los afganos, francamente, es una mezcla", agregó.
Entre los miembros de Al Qaeda más buscados, además de Bin Laden, figuran su lugarteniente, Ayman Zawahiri; el portavoz, Abu Gaith Sulaiman; su ayudante, Saif Al-Adel Almasari; el jefe de finanzas, Shaikh Said Al-Sharif; el jefe de instrucción militar, Abu Moahamad Al-Masri, y el planificador de operaciones, Abu Musab Zarqawi.
El Pentágono confirmó las muertes del lugarteniente de Bin Laden, Muhamad Atef, y de su consejero, Mafuz Ould Walid, además de otros tres asistentes, dos coordinadores de operaciones y dos instructores.
Asimismo, EE.UU. capturó al jefe de estado mayor de la milicia talibán, Mohamad Fazan, pero desconoce la suerte y el paradero del comandante Akhter Mohamed Osmani, el comandante militar principal, Berader Akhund, el ministro de Defensa, Obaidula Ahhund, y el ministro de "promoción de la virtud y prevención del vicio" -la temida policía religiosa-, Malawi Moahamed Wali.