CIUDAD DEL VATICANO.- Con un conmovedor llamamiento por la paz en el Medio Oriente, el Papa Juan Pablo II pidió este domingo en su mensaje de Pascua de Resurrección a todos los responsables políticos y religiosos que se movilicen porque "nadie puede quedarse callado e inerte" ante la guerra "que no resuelve nada".
"¡Parece como si se hubiese declarado la guerra a la paz! Pero la guerra no resuelve nada, acarrea solamente mayor sufrimiento y muerte", clamó el Papa en su mensaje Urbi et Orbi, a la ciudad y al mundo, que leyó al término de la misa de Pascua de Resurrección en la Basílica de San Pedro ante unos cincuenta mil peregrinos de todo el mundo.
"La Tierra Santa está sumida de nuevo, en estos últimos días, en el horror y la desesperación", dijo el Papa, mientras se divulgan noticias de que continúan los combates entre soldados israelíes y guardaespaldas del presidente palestino Yasser Arafat, dentro de su cuartel general en Ramallá, Cisjordania.
El pedido del anciano Papa, quien aparecía en mejor forma con respecto al Viernes Santo, cuando tuvo que renunciar a recorrer el Vía Crucis por la artrosis que sufre en la rodilla derecha, resultó particularmente emocionante.
"¡Nadie puede quedarse callado e inerte. Ningún responsable político o religioso! A las denuncias deben seguir hechos concretos de solidaridad que ayuden a todos a encontrar el mutuo respeto y el tratado leal", exclamó el Papa.
El Sumo Pontífice pidió igualmente a las comunidades cristianas de todos los continentes que se movilicen y trabajen por la paz, para "eliminar cualquier causa de odio y venganza".
"Comunidades cristianas de todos los continentes, os pido, con emoción y esperanza, que deis testimonio de que Jesús ha resucitado verdaderamente, y que trabajéis para que la paz frene la trágica espiral de violencia y muerte, que ensangrienta la Tierra Santa, sumida de nuevo, en estos últimos días, en el horror y la desesperación", dijo.
El Pontífice recordó también los sufrimientos que padecen otros pueblos, como el de Afganistán, "sometido a una dura prueba en los últimos meses y afectado ahora por un terremoto desastroso".
"En cuántos rincones de la tierra resuena el grito que implora auxilio, porque se sufre y muere", afirmó Juan Pablo II, quien citó "los tantos países del planeta, donde desequilibrios sociales y ambiciones contrapuestas golpean a innumerables hermanas y hermanos nuestros".
Antes de bendecir en 62 idiomas, el Papa dirigió a los "hombres y mujeres del tercer milenio" un mensaje: "Dejadme que os repita: ¡Abrid el corazón a Cristo crucificado y resucitado, que viene ofreciendo la paz! Con Él entra la verdadera paz".
El mensaje de Pascua de Resurrección, que otorga la indulgencia plenaria y que fue divulgado en más de 60 países en directo por televisión, fue recibido con aplausos por los miles de peregrinos, entre ellos muchos latinoamericanos, que acudieron a la Plaza de San Pedro.
El Papa, que llegó a bordo de su papamóvil, presidió sentado casi toda la ceremonia desde un altar instalado al aire libre, frente a la Basílica y en algunos momentos se levantó ayudado por dos asistentes.
Juan Pablo II, quien en mayo cumplirá 82 años, sufre de la enfermedad de Parkinson desde hace una decena de años y ha sido operado en seis ocasiones después del atentado sufrido en mayo de 1981, que le minó su fuerte físico.
Las precarias condiciones de salud del Papa podrían obligarlo a renunciar a algunos de los viajes que programó para este año.
Según sus colaboradores, Juan Pablo II no anulará la cita de finales de julio con los jóvenes católicos convocados en Toronto (Canadá) ni a la santificación del indígena Juan Diego en México, país por el que siente especial cariño, ya que fue el primero que visitó tras su elección al trono de Pedro en octubre de 1978.
