LONDRES.- Con una pompa sin parangón desde las exequias del Primer Ministro Winston Churchill en 1965, el cortejo fúnebre de la Reina Madre, fallecida el sábado pasado a los 101 años de edad, atravesó el viernes el centro histórico de Londres, siendo saludado por miles de admiradores.
El cortejo salió del Palacio de Saint James a las 11:30 horas locales (10:30 horas GMT) y llegó al gran Hall de Westminster a las 11:58 horas (10:58 horas GMT), un recorrido de kilómetro y medio puntuado de cañonazos disparados en el vecino Green Park por una batería de la King's Troop Royal Horse Artillery.
Un armón de artillería transportó al féretro de la madre de la Reina Isabel II, el cual fue cubierto por su bandera personal sobre la que fue puesta su corona, adornada con el célebre diamante Koh-i-Noor.
Junto a la corona, un centro de camelias blancas con una única tarjeta enviada por la Reina de Inglaterra, que escribió a su madre: "En mi querida memoria, Isabel".
Al son de música militar, el cortejo avanzó lentamente, a la hora precisa y ajustándose minuciosamente a un riguroso protocolo, que responde a una tradición secular.
Numerosos miembros de la familia real participaron en el cortejo, entre ellos el marido de la Reina Isabel II, el duque de Edimburgo, y los nietos de la difunta -los príncipes Carlos (heredero del trono), Andrés, y Eduardo, el vizconde Linley (hijo de la princesa Margarita, fallecida en febrero pasado) y la princesa Ana.
Los acompañaban asimismo los bisnietos de la Reina Madre, entre ellos los dos hijos del príncipe Carlos, Guillermo y Enrique.
Cinco años antes, ambos acompañaron el féretro de su madre, la princesa Diana, fallecida en París en un accidente en 1997 y cuyas exequias suscitaron una emoción mucho mayor que las actuales, conmoviendo a millones de personas en todo el mundo.
Detrás de ellos, iban los sirvientes más fieles de la Reina Madre, como por ejemplo su paje William Tallon.
El cortejo de la Reina Madre fue escoltado por militares británicos y de varios países de la Mancomunidad Británica (Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica). En total, 1.700 hombres.
A lo largo del recorrido, el ambiente era de respeto, pero el público no manifestaba verdadera tristeza. Por momentos, algunos aplausos saludaban el paso de la cureña.
Terry Hurt, de 67 años, encendió la noche anterior 150 velas en la capilla de Queens, el punto de partida de la procesión. En su 101 cumpleaños, intercambió unas palabras con la anciana. "Hablé dos minutos con ella y me parecía que la conocía de toda la vida", comentó.
También Jenny Hawkins, de 55 años, acudía cada 4 de agosto cuando la Reina Madre recibía al público en Clarence House el día de su cumpleaños. "No se puede comparar con Diana", dijo respecto de la procesión. "Aquello era dolor, ahora demostramos respeto".
Según Scotland Yard, unas 250.000 personas contemplaron el cortejo a lo largo del trayecto. Algunas, estaban instaladas en el lugar desde la noche anterior.
Al pasar por el Mall, el cortejo hizo un alto ante la brillante estatua del marido de la Reina Madre, el Rey Jorge VI, fallecido en 1952.
Durante el último tramo, en medio de un silencio contenido, la banda militar dejó de tocar música para que sólo se oyera el constante redoblar de los tambores tocando a duelo.
La Reina Isabel II y varios otros miembros de la familia real esperaron la llegada del féretro en el Hall de Westminster, donde los restos de la Reina Madre recibirán homenaje popular.
Ocho soldados de diferentes regimientos llevaron a hombros el féretro de la Reina Madre para depositarlo sobre un catafalco colocado en el centro de la estancia.
El arzobispo de Canterbury, George Carey, el mismo que ofició en la misa por los cien años de la hoy fallecida, pronunció entonces una breve oración por su alma.
Cuatro soldados de caballería se dirigieron a paso lento hacia la capilla ardiente para empezar su turno de guardia en cada extremo del catafalco.
A las doce y cuarto en punto, la Reina Isabel II abandonó entre ovaciones el vestíbulo de Westminster para dirigirse al Palacio de Buckingham.
La ceremonia del viernes fue notable también por su brevedad (aproximadamente media hora). A partir de las 14:00 horas locales (13:00 horas GMT) y hasta las 18:00 horas locales, el público podrá empezar a desfilar para rendir homenaje a la Reina Madre. El homenaje público continuará hasta el lunes.
"Un día de pompa, un día de tristeza", tituló el vespertino "Evening Standard". La Reina Madre hubiera estado satisfecha.
Llevaba 23 años preparando esta procesión. Todo lo que ocurrió hoy en Londres se desarrolló tal como ella lo quiso. El espectáculo se ensayó varias veces, y cada vez la anciana dama estudiaba al detalle los videos.
Una vez le llamó la atención que uno de los caballos que debía tirar del armón con su féretro vaciló cuando pasó delante de la estatua de su marido. En seguida dio la orden de sustituir a ese animal.
La Reina Madre estaba convencida de que la pompa ceremonial aumenta el respeto hacia la monarquía, pero que también puede hacerla quedar en ridículo si algo sale mal.
Los funerales propiamente dichos tendrán lugar el 9 de abril. Después del responso en la Abadía de Westminster, el cuerpo de la Reina Madre será llevado a la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor (oeste de Londres), donde reposará junto al de su marido.