LONDRES.- Gran Bretaña se paralizó el martes para rendir póstumo homenaje a la Reina Madre, en unos funerales donde se mezclaron reyes con ciudadanos de la calle para despedir a una mujer cuya muerte demostró que aún le queda vida a la monarquía.
Pese a la tristeza por su muerte, en la calle se sentía un ambiente de optimismo y el poema escogido por ella misma para sus funerales estableció el tono en su despedida: "Puedes limpiarte las lágrimas porque se ha ido o puedes sonreír porque haya vivido".
Mientras que la muerte de la madre de 101 años de la reina Isabel no sorprendió a nadie, las profundas muestras de cariño manifestadas por el público han asombrados a muchos.
Millares de británicos desafiaron el frío de la noche para acampar en Londres y asegurarse un lugar para presenciar un poco de historia, haciendo del funeral una especie de celebración para honrar a una matriarca cuya sonrisa brilló en una vida de profundos cambios.
"Es parte de la historia, Ella vivió todo el siglo", dijo Min Lacey, cuyo padre, en la real Fuerza Aérea, derribó al bombardero alemán que atacó el palacio de Buckingham durante la Segunda Guerra Mundial.
La ceremonia de los funerales de la Reina Madre de Gran Bretaña, "la abuela favorita del país" y símbolo británico durante el período de guerras del siglo pasado, fue algo no visto desde la muerte, en 1965, del político Winston Churchill, .
Miles de británicos anónimos se unieron a la Reina y a la familia real para presentar sus últimos respetos a la Reina Madre, la matriarca de la Casa de Windsor, que falleció el pasado Sábado Santo a los 101 años.
En una muestra de sus antepasados escoceses, tambores y flautines de esa región encabezaron el desfile del funeral desde el Westminster Hall londinense, donde su féretro permanecía desde el viernes, al esplendor medieval de la cercana Abadía de Westminster.
Allí, la Reina Madre recibió un homenaje, en un servicio que reflejó a la sociedad británica, con lecturas de los jefes de la Iglesia católica, la Iglesia de Escocia y el arzobispo de Canterbury.
Al comenzar el servicio, la campana de la abadía repicó una vez por cada uno de los 101 años de una vida que recorrió el Siglo Veinte, dos guerras mundiales y la transformación del Reino Unido desde el tradicionalismo victoriano a la modernidad.
La silenciosa reacción pública al fallecimiento de la Reina Madre contrastó con la efusión de dolor que provocó la muerte, en 1997, de la princesa Diana.
Sin embargo, en un claro signo de la fuerza de la monarquía en este país, la tendencia ha cambiado y unas 150.000 personas, jóvenes y viejos, hicieron cola durante horas para ver el féretro superando las previsiones de la monarquía.
El sorprendente cambio en la opinión pública se reflejó también en el diario Independent, que reveló un gran incremento en el apoyo a la monarquía desde la muerte de su matriarca.
El sondeo halló que sólo un 12 por ciento de la población quería que la monarquía fuera abolida, frente a un 34 por ciento de hace un año, cuando la familia real se vio salpicada por escándalos maritales.
Buena parte del país se paralizó durante la ceremonia, ya que los ayuntamientos, el aeropuerto londinense de Heathrow, los principales supermercados y la bolsa cerrarán o permanecerán en silencio.
El desplazamiento hacia su última morada, junto a su marido, el rey Jorge VI, en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor, recorrerá muchos de los lugares históricos de la capital.