RAMALLA.- Equipos de emergencia y organizaciones humanitarias continúan las labores de rescate en el campo de refugiados de Jenín, en el norte de Cisjordania, donde el número de palestinos muertos asciende a medida que se levantan los escombros.
Aunque sin lo medios necesarios ni maquinaria, los trabajos de rescate se han acelerado en las últimas horas con la retirada de esa ciudad del Ejército israelí, que ha establecido a su alrededor un estrecho cerco.
Israel retiró a sus fuerzas de esa ciudad la pasada madrugada y fuentes militares han informado hoy viernes de que harán lo propio en Naplusa y Ramallá durante las próximas 48 horas.
En este último caso, así como en el de Belén, se tratará de una retirada parcial, ya que Israel ha advertido que no abandonará la ’’mukata’’ de Ramallá ni la Basílica de la Natividad hasta que no se entreguen los milicianos y activistas allí refugiados.
En el primer caso se trata de cinco activistas del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) a quienes este país responsabiliza del asesinato en octubre del ministro de Turismo, el ultranacionalista Rejavam Zeevi. En el segundo, de 200 palestinos que se han refugiado en la Basílica de la Natividad.
La salida de las tropas y blindados israelíes ha permitido el regreso de una parte de los 14.000 habitantes del campo de Jenín, que hoy buscaban sus pertenencias entre los escombros de las viviendas bombardeadas y demolidas por el Ejército.
El enviado especial de la ONU, Terje Larsen, que ayer visitó la zona, calificó el escenario de "tan impactante que supera lo imaginable" y de "desastre humanitario".
El número de muertos palestinos se desconoce, pero Larsen aseguró mientras observaba los restos de un niño que "evidentemente aquí hay muchísimos más cadáveres".
Palestinos y organizaciones humanitarias aseguran que bajo los escombros puede haber "centenares" de cadáveres.
Las acciones del Ejército israelí en Jenín han sido extensamente condenadas por la comunidad internacional y el secretario general de la ONU, Kofi Annan, resaltaba ayer en un debate en el Consejo de Seguridad la imperiosa necesidad de una investigación para aclarar los hechos.
Por el momento los esfuerzos de la comunidad internacional se centran en la consolidación de una operación humanitaria a gran escala para salvar a posibles supervivientes, recobrar los cadáveres y rehabilitar las viviendas para la población que regresa al campo.
Existe también el peligro de que se desate una epidemia por la avanzada descomposición de los cadáveres.
Mientras crecen las condenas y continúa el recuento de muertos, Israel rechaza de forma tajante que su Ejército haya perpetrado una "masacre".
’’No ha habido ninguna masacre, el Ejército libró una batalla legítima’’, decía la portavoz militar Meri Eissen, en el sentido de que los soldados combatieron allí contra milicianos armados.
El Ejército sostiene además que la población fue advertida de que debía abandonar el lugar y que los milicianos debían entregarse, pero los palestinos sostienen que ni siquiera les dieron el tiempo suficiente para hacerlo.
Por su parte, el jefe de la oposición israelí y líder del frente pacifista Méretz, Yosi Sarid, pidió a la comunidad internacional el envío de fuerzas de emergencia para los territorios palestinos y exhortó al Gobierno de Ariel Sharón a que coopere con las organizaciones humanitarias en el rescate de supervivientes.
Su colega y diputada Zehava Galón exigió explicaciones al ministro de Defensa, Benjamín Ben Eliezer, sobre por qué no se permitió, durante once días, que las organizaciones humanitarias entrasen en el campo de Jenín para rescatar heridos.