PARIS.- La campaña, sin pasión, para la primera vuelta de las elecciones presidenciales del domingo, con un récord de 16 candidatos, concluye esta noche, con los dos favoritos debilitados y un electorado indeciso y tentado por la abstención.
Una campaña deslucida ha aburrido en general a los más de 40 millones de franceses llamados a las urnas, de los cuales un 41 por ciento dice que aún no ha decidido su voto, un 30 por ciento duda entre varios candidatos y un 11 por ciento no descarta cambiar de opinión en el último momento.
Esa indecisión y el hecho de que varias regiones francesas disfrutan de vacaciones escolares pueden fomentar una abstención histórica.
El anterior récord data de las elecciones presidenciales de 1969 (22,41 por ciento) y ahora se vaticina una tasa superior al 30 por ciento.
Los peor parados en los sondeos son los dos favoritos, el neogaullista Jacques Chirac y el socialista Lionel Jospin, que no han logrado despertar el interés de su conciudadanos ni crear una dinámica de verdadero debate electoral.
Con programas casi calcados, la orientación de la estrategia de Chirac y Jospin ha estado dictada por varios asuntos de actualidad o urgencia, como la seguridad o las pensiones.
Por contra, otros temas clave, como la reforma del Estado, han permanecido ocultos; mientras que otros, como el futuro de la Unión Europea (UE), ni siquiera han emergido.
La principal tarea de Chirac, el presidente-candidato, y de Jospin, el primer ministro saliente, será ensamblar las piezas de sus atomizados campos tras la criba de la primera noche electoral, así como prepararse la lección de cara al tradicional duelo televisivo, que se celebraría hacia el día 30.
El último sondeo publicado hoy, víspera de la jornada de reflexión, concede a Chirac una raspada victoria final el próximo 5 de mayo, en la segunda y definitiva vuelta.
Esa encuesta confirma su caída en las intenciones de voto, así como la de su rival Jospin.
Chirac recogería el domingo un 20 por ciento de los votos y Jospin un 18 por ciento, lo que representa un descenso desde el pasado 2 de abril de siete puntos para el primero y de cuatro para el segundo.
Sucede a la inversa con el líder de la ultraderecha francesa, Jean-Marie Le Pen, que sube como la espuma sondeo tras sondeo hasta alcanzar el 14 por ciento de intenciones de voto, lo que, sumado al 2,5 por ciento de su ex socio y ahora rival en la extrema derecha, Bruno Mégret, dibuja un panorama inquietante para Chirac.
Por otro lado, la irrupción de tres candidatos trotskistas en esta campaña, que aglutinan entre el 10 y el 12 por ciento de las preferencias, y atraen el voto obrero y anti-sistema perturban el sueño de Jospin.
Los potenciales aliados de Chirac, de 69 años, cosecharían un 12 por ciento de las intenciones de voto, mientras que los de Jospin (64 años) rondarían el 19 por ciento.
Como la suerte, a juzgar por los sondeos, dista mucho de estar echada, algunos candidatos apuran hoy hasta el último minuto para quemar sus cartuchos, ya que Jospin y Chirac se reúnen hoy con jóvenes.
Otros, por contra, no han programado nada, como Le Pen o la ultraizquierdista Arlette Laguiller.
Además de por la desmotivación, está campaña ha estado marcada por la inusual irrupción de las esposas o compañeras de los aspirantes al Elíseo en los mítines o en las páginas de las revistas del corazón, dispuestas a dibujar el rostro íntimo de los candidatos.
Ciertos incidentes también han tenido bastante eco, como los escupitajos a Chirac en un barrio conflictivo a las afueras de París, el chorro de ketchup que Jospin recibió en la cara en Bretaña y las tartas que impactaron en los rostros del candidato "republicano" Jean-Pierre Chevenement y del aspirante centroliberal Francois Bayrou.
A este último, además, un chaval le metió mano en el bolsillo para llevarse el suelto, lo que le valió un cachete que ha hecho correr ríos de tinta.