MOSCÚ.- El subsecretario de Estado norteamericano, John Bolton, llegó hoy a Rusia para ultimar los acuerdos de desarme nuclear y estabilidad estratégica cuya firma está prevista durante la cumbre ruso-estadounidense en Moscú a finales de mayo.
Bolton, responsable en el Departamento de Estado del control de armamentos y seguridad internacional, y el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Gueorguí Mamédov, celebrarán la tercera y última ronda de consultas sobre problemas de estabilidad estratégica.
Esta ronda tiene crucial importancia para superar los últimos puntos de desacuerdo y preparar los borradores de los documentos para la próxima reunión de los jefes de las diplomacias de ambos países, a primeros de mayo en Washington, previa a la cumbre misma.
El acuerdo de desarme deberá refrendar por escrito la decisión anunciada en noviembre pasado por los presidentes ruso, Vladímir Putin, y de EE.UU., George W. Bush, de disminuir los arsenales de sus países hasta un tope de entre 1.700 y 2.200 cargas nucleares.
Ante la insistencia de Moscú, Washington accedió a plasmar en un documento "vinculante" el recorte de los arsenales nucleares, pese a que en un principio opinó que bastaba con el "acuerdo de caballeros" alcanzado entre los presidentes de ambos países.
El secretario de Estado de EE.UU., Colin Powell, y el ministro ruso de Exteriores, Igor Ivanov, confirmaron cada uno por su parte los avances en la preparación para la cumbre de este acuerdo, que según Washington consistirá de seis páginas y tendrá siete puntos.
Al tiempo, ambas partes constataron la persistencia de algunas discrepancias, que las delegaciones de expertos encabezadas por Bolton y Mamédov deberán superar durante los próximos tres días.
A Moscú le preocupa la intención de Washington de almacenar, y no destruir, las ojivas desarmadas, y EE.UU. plantea rígidos mecanismos contra la no proliferación de armas de exterminio, para evitar que países como Irán adquieran armas nucleares y tecnologías de misiles.
El segundo documento será una declaración sobre las bases de las nuevas relaciones estratégicas entre Rusia y EE.UU., con cuya firma Moscú quiere compensar el abandono por Washington del Tratado ABM de defensa contra misiles pese a la oposición del Kremlin, que lo consideraba "piedra angular" del equilibrio estratégico.