STUTTGART.— Unos 50.000 trabajadores en uno de los centros industriales de Alemania comenzaron el lunes una serie de paros de un día, que según algunos analistas podrían retardar la recuperación de la economía más grande de Europa.
Los paros representan la primera huelga en siete años del sindicato IG Metall, la mayor organización de trabajadores industriales en el país, que cuenta con 2,7 millones de agremiados.
El líder del sindicato, Klaus Zwickel se reunió con los trabajadores en las oficinas de la fabricante de autos Porsche en Stuttgart la madrugada del lunes, y se comprometió a luchar hasta que la huelga obtenga un "resultado aceptable".
El sindicato, que incluye a trabajadores automotrices, de la industria electrónica y fabricante de maquinaria, exige un alza de 6,5% en los salarios para compensar los moderados incrementos del pasado, la inflación y la mayor productividad.
Como medida de presión, el sindicato emprendió una táctica de "paros flexibles", convocando a sus miembros a dejar de laborar por un día en algunas compañías, sin llegar a una huelga general, que resultaría muy dañina para la economía nacional.
Los paros comenzaron la noche del domingo en una planta de Daimler-Chrysler en Sindelfingen, y se propagaron el lunes a 20 empresas.
Los empleadores, cuya oferta más reciente fue un aumento de 3,3% para 15 meses, no dieron indicio de que mejorarán su oferta. El sindicato insistía en un 4% cuando las negociaciones se rompieron, el 19 de abril. Desde entonces, ha vuelto a su exigencia original de 6,5%, aunque muchos piensan que aceptaría un aumento menor.
"Zwickel no obtendrá una nueva oferta de nosotros", dijo el jefe de las negociaciones por los empleadores en el estado sudoccidental de Baden-Querttemberg, Ottmar Zwiebelhofer, entrevistado por la cadena televisiva ARD. "En nuestra oferta, nos fuimos al límite más alto de lo que podemos manejar".
En las oficinas generales de Porsche, algunos miembros del sindicato repartían café en tazas de plástico y galletas entre centenares de trabajadores, bajo temperaturas cercanas a los cero grados centígrados. Muchos trabajadores vestían chalecos rojos que tenían impreso el mensaje: "Estamos en huelga".
"Estamos comenzando una tarea difícil, y no sabemos cuán difícil será", dijo Zwickel a los trabajadores. Advirtió que la medida continuará "hasta que obtengamos un resultado aceptable, aceptable para quienes votaron por el paro".