BAGRAM.— Empeñadas en desentrañar una misteriosa fiebre que ha afectado a 18 soldados en una base aérea en Afganistán, las fuerzas británicas evacuaron el jueves a otros seis efectivos a Gran Bretaña para proporcionarles tratamiento de emergencia, dijo un vocero castrense británico.
"Nos alienta que no haya habido nuevos casos en las últimas 22 horas", dijo el teniente coronel Ben Curry a los reporteros en la base de Bagram, a unos 50 kilómetros al norte de Kabul.
"Todavía no podemos identificar categóricamente la fuente ni la naturaleza de la infección, pero los síntomas apuntan a la fiebre tifoidea, que en algunos casos manifiesta síntomas parecidos a la meningitis".
Fuentes castrenses descartaron la posibilidad de bioterrorismo.
"No hay ninguna impresión de que esto esté vinculado con terroristas ni con armas químicas ni biológicas", dijo otro portavoz, el mayor Jeff Moulton. "Continúan las investigaciones, pero se sospecha de que se trate de una fuente alimenticia".
Los primeros casos se registraron hace cuatro días cuando algunos soldados británicos tuvieron fiebre, diarrea y vómitos.
Dos de los 18, en estado grave, fueron transportados el lunes y el martes, uno a Gran Bretaña y el otro a un hospital militar estadounidense en Alemania. Curry dijo que los dos se encontraban en estado "estable".
Seis más fueron evacuados el jueves por la mañana pero su estado no revestía gravedad. Otros seis permanecían bajo "supervisión médica" en Bagram, atendidos por personal médico con máscaras y guantes en un ambiente esterilizado, indicó Curry.
Ocho de los pacientes fueron dados de alta, pero se encuentran bajo cuarentena en el hospital para impedir la propagación de la dolencia, agregó el vocero. Dijo que la cuarentena, que comenzó el miércoles, probablemente durará otros dos días si la enfermedad no se propaga.
Todos los que se encuentran bajo cuarentena comen raciones militares esterilizadas. Anteriormente, los soldados británicos en Bagram comían una mezcla de raciones militares y alimentos locales.
En Bagram hay soldados de varios países, desde Australia a Polonia, incluyendo unos 2.700 estadounidenses. Pero se cree que ninguno de ellos contrajo la enfermedad, dijo el portavoz militar norteamericano, mayor Bryan Hilferty.
Ninguno de los 18 soldados enfermos había estado en operaciones de campaña inmediatamente antes de enfermar.