EMOLTV

Papa proclamó a la primera santa brasileña

La madre Paulina del Corazón Agonizante de Jesús, una monja de origen italiano que dedicó su vida a la caridad.

19 de Mayo de 2002 | 08:40 | EFE
CIUDAD DEL VATICANO.- La madre Paulina del Corazón Agonizante de Jesús, una monja de origen italiano que dedicó su vida a la caridad, es desde hoy la primera santa de Brasil, el país con más católicos del mundo.

Amábile Lucía Visintainer, nombre de pila de la santa, nació el 16 de diciembre de 1865 en Vígolo Vattaro, Trento (norte de Italia).

Segunda de 14 hijos de Antonio Napoleone Visintainer y Anna Pianezer, a los diez años fue llevada a Brasil, donde la empobrecida familia llegó en busca de la ’’esperanza americana’’.

Siendo muy joven comenzó su obras de caridad: a los doce años daba lecciones de catecismo a los niños, visitaba a los enfermos, limpiaba la capilla de la iglesia, etc.

A los 25 años comenzó junto a su amiga Virgina Rosa Nicolodi la fundación de las Pequeñas religiosas de la Inmaculada Concepción.

Era el 12 de julio de 1890, fecha considerada día de la fundación de la obra de Madre Paulina, fundadora de la primera congregación religiosa nacida en Brasil.

En 1895 el pequeño grupo formado por Amabile recibió la aprobación eclesiástica y el nombre de Hijas de la Inmaculada Concepción, ese año las hermanas emitieron los votos religiosos. El instituto vivió en extrema pobreza y las monjas además de atender a enfermos y huérfanos trabajan en un fábrica de seda.

En 1903 Paulina inició en Sao Paulo la obra de la Sagrada Familia. Fueron creciendo y fundaron nuevas casas. Entre 1909 y 1918 la hoy santa fue humillada y criticada y en 1938 cayó enferma, le amputaron una pierna y quedó ciega. Murió el 9 de julio de 1942.

Fue beatificada por el Papa Juan Pablo II en 1991 durante su segunda visita a Brasil. Ahora, once años después, ha sido proclamada santa. El milagro que la ha llevado a la gloria de los altares se produjo en un niña, Isa Bruno de Souza, nacida en 1992.

La pequeña nació con un tumor cerebral grande del tamaño de una naranja. Tras la operación para extirpársele, los médicos dijeron que si sobrevivía, la niña se quedaría ciega o paralítica. La familia, devota de madre Paulina, le rezó encarecidamente, produciéndose el milagro: la pequeña se curó, sin que le quedasen huellas.
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?