NUEVA DELHI.- Supuestos guerrilleros islámicos atacaron un cuartel indio de policía y mataron a tres agentes en la región de Cachemira, dos semanas después de que otro asalto parecido disparase las tensiones militares entre la India y Pakistán hasta poner a estos países vecinos al borde una guerra.
Los rebeldes entraron en el cuartel de la parte india anoche, cubiertos por el fuego de cohetes lanzados desde las colinas de los alrededores, horas después de que el ministro de Exteriores británico, Jack Straw, concluyera su visita a la India y Pakistán para tratar de evitar un choque armado entre estos rivales asiáticos.
El lugar donde se atrincheraron fue sitiado por las fuerzas de seguridad indias y según unas fuentes oficiales los insurgentes fueron abatidos, pero otras afirmaron que siguen los combates a la hora de enviar esta información.
El cuartel, habitado por cientos de policías y miembros de las tropas paramilitares, está situado 180 kilómetros al este de Yamu, la capital invernal de Cachemira, en la misma zona donde un comando suicida de rebeldes asaltó hace dos semanas otro recinto militar y mató a más de 30 personas.
El asalto disparó las tensiones entre la India y Pakistán surgidas en diciembre cuando guerrilleros musulmanes atacaron el Parlamento indio, a lo que Nueva Delhi respondió enviando a cientos de miles de soldados a la frontera con Pakistán, mientras acusaba al gobierno paquistaní de apoyar a los insurgentes.
Cerca de un millón de soldados están ahora desplegados a ambos lados de la frontera listos para el combate, y el grueso de las tropas se mantiene a lo largo de la Línea de Control que divide Cachemira entre la India y Pakistán, intercambiando fuego pesado de morteros y artillería desde hace dos semanas.
Al menos cinco personas han muerto por disparos del Ejército paquistaní en la ciudad india de Poonch desde ayer por la tarde y en los últimos quince días veintenas más de soldados y civiles han perdido la vida a ambos lados de la Línea de Control.
La India, que culpa a los guerrilleros con base en Pakistán de los atentados, ha insistido en que su paciencia se acaba y según observadores se prepara para atacar las bases de los rebeldes en la Cachemira paquistaní si no cesa la filtración ilegal de los mismos.
El ministro de Defensa indio, George Fernandes, afirmó que otra matanza como la perpetrada hace dos semanas implicaría una respuesta inmediata de Nueva Delhi, acción que según los mismos desataría la cuarta guerra indo-paquistaní.
Dentro de la ofensiva diplomática para evitar la guerra, el británico Jack Straw, que visitó Pakistán el martes, pidió al gobierno del Presidente Pervez Musharraf más acciones para acabar con el cruce de los guerrilleros islámicos al lado indio de la Línea de Control.
al concluir ayer miércoles su visita a la capital india, Straw declaró que Musharraf le parece serio cuando promete poner fin a las incursiones de los insurgentes islámicos, aunque ello -dijo- tendrá que ser probado por los hechos, pues las palabras no bastan.
En una conferencia de prensa conjunta, el ministro indio de Asuntos Exteriores, Jaswant Singh, rehusó precisar si la India había dado un plazo al gobierno paquistaní para controlar a los rebeldes.
"El Presidente paquistaní tiene todo el tiempo que quiera, pero ha de darse cuenta de la urgencia de la situación", observó el ministro indio.
El viaje de Jack Straw a la zona forma parte de la ofensiva diplomática lanzada por la comunidad internacional para evitar una cuarta guerra entre la India y Pakistán, que libraron ya tres -dos por el control de Cachemira-, desde su independencia del imperio británico en 1947.
El comisario de la Unión Europea, Chris Patten, visitó la zona la semana pasada y a principios de junio está prevista la llegada del vicesecretario de Estado de EE.UU., Richard Armitage.
Los temores de la comunidad internacional aumentaron después de que la India y Pakistán añadieran a sus arsenales las bombas atómicas, tras los ensayos nucleares que realizaron con éxito en 1998.
Pakistán negó las acusaciones indias de que financie y entrene a los guerrilleros antes de enviarlos a la Cachemira india, pero reiteró su apoyo moral y político a estos secesionistas que, según el gobierno paquistaní, libran una lucha justa por la secesión de ese territorio de la Unión India.