CIUDAD DEL VATICANO.- Juan Pablo II pidió hoy a los gobernantes del mundo que den "una adecuada respuesta" a los dramáticos problemas que aquejan a los refugiados y recordó "por enésima vez" a los terroristas que deberán responder ante Dios.
Estas manifestaciones las hizo ante varios miles de personas reunidas en el Aula Pablo VI del Vaticano para la audiencia general de los miércoles.
Aunque en algunos momentos se le notó cansado, el Pontífice tenía la voz firme, sobre todo cuando condenó el atentado terrorista de ayer en Jerusalén que costó la vida a 19 personas.
"La dramática noticia del atentado que sembró de terror y muerte en Jerusalén suscita la más absoluta reprobación por parte de todos. Por enésima vez aviso a quien trama y planifica bárbaras acciones de ese tipo que tendrá que responder ante Dios".
Juan Pablo II expresó su solidaridad con las víctimas y abogó para que Dios cambie los corazones "endurecidos" e inspire "pensamiento de paz y de perdón recíproco" para todos aquellos que viven en aquella región "que tanto queremos".
El llamado en favor de los refugiados lo hizo aprovechando que mañana se celebra la Jornada Mundial del Refugiado, que actualmente son más de quince millones en todo el mundo.
El Papa subrayó que estas personas se han visto obligadas a abandonar sus países huyendo de la persecución y la violación de sus derechos fundamentales.
"Que los responsables de las naciones escuchen las voces que llegan de un tan trágico éxodo de individuos y de familias y que hagan todo lo posibles para ofrecer una adecuada respuesta a los dramáticos problemas de estos nuestros hermanos y hermanas", dijo Juan Pablo II.
La catequesis de la audiencia la dedicó al cántico del Deuteronomio "Los beneficios de Dios en favor del pueblo", señalando que la imagen que la Biblia presenta de Dios no es la de un ser oscuro, una energía anónima y cruel o un hecho incomprensible.
Es por el contrario -precisó el Papa- una persona que tiene sentimientos, actúa y reacciona, ama y condena, participa en la vida de sus criaturas y no es indiferentes a sus acciones.
El Señor, subrayó Juan Pablo II, denuncia los delitos del pueblo, exige una pena, pero deja empapar el veredicto de una infinita misericordia.
"Este cántico resalta las grandezas que Dios ha hecho en favor de los suyos, no con una actitud de soberano implacable, sino de Padre amoroso. Invita a un examen de conciencia para que a los beneficios recibidos de Dios no se responda con el pecado, sino con la alabanza y la fe firme", manifestó el Pontífice.