CALGARY.- Será el mayor despliegue policial y militar en la historia de Canadá. En la idílica localidad de Kananaskis, en las Montañas Rocosas, se reunirán esta semana los jefes de Estado y de gobierno de los países más industrializados del mundo y Rusia, el llamado Grupo de los Ocho (G-8).
La decisión del anfitrión, el Primer Ministro de Canadá, Jean Chrétien, de realizar la cumbre en un pueblo de tan sólo 462 almas, hay que enmarcarla en el intento de evitar que se repitan las acciones violentas de la pasada cumbre, celebrada hace un año.
En la ciudad costera italiana de Génova, un manifestante murió por disparos de la policía. Algo así no debe ocurrir en la soledad del parque natural.
Pero el pasado verano tampoco era previsible otro peligro. Tras los ataques terroristas del 11 de septiembre contra Estados Unidos, el tema de la seguridad alcanzó una nueva dimensión.
Desde enero, las fuerzas de seguridad canadienses se preparan para la cumbre. Kananaskis quedará cerrado en un círculo de seis kilómetros y medio. Más de 7.000 policías y soldados harán del lugar una zona de alta seguridad.
"Desde el 11 de septiembre tenemos que ver estas cosas desde otra perspectiva", manifestó al diario "Calgary Herald" el coronel de la Fuerza Aérea Mike McLean. "Lo que ocurrió en Nueva York nos sorprendió a todos. Queremos estar seguros de que no nos sorprenderán en Kananaskis", indicó.
La zona de exclusión aérea sobre Kananaskis tendrá un radio de 150 kilómetros. El Ejército movilizará aviones de combate y baterías antiaéreas. Los pasados meses, todos los posibles escenarios terroristas fueron repasados.
El teniente coronel Michel Lavoie, quien dirige una unidad de defensa aérea, es optimista: "Canadá tiene uno de los mejores sistemas de defensa del mundo. Y lo tendremos aquí, en la cumbre del G-8".
Mientras que el Ejército debe hacer frente a posibles ataques terroristas, los funcionarios de la policía tienen el encargo de evitar disturbios de vándalos y antiglobalizadores. Así, nadie debe acercarse a Kananaskis sin haber pasado un control policial.
En Calgary, a setenta kilómetros del lugar de la cumbre, estará la prensa internacional. Allí también se han tomado numerosas precauciones para encarar posibles acciones violentas.
Hasta ahora, la estrategia de las fuerzas de seguridad canadienses parece funcionar. Calgary espera sólo entre 5.000 y 15.000 manifestantes. Las llamadas de los antiglobalizadores para no manifestarse en Kananaskis o Calgary, sino en todas las grandes ciudades de Canadá, van en aumento.
Dan Sawyer, organizador de una manifestación en Ottawa, señala: "Las medidas de seguridad allí (en Calgary y alrededor de Kananaskis) serán violentas. No creo que pueda difundir mi mensaje si un par de soldados me detienen en mitad del bosque".
Las medidas del gobierno fueron rechazadas por numerosas organizaciones. "Si la gente no puede ir allí y defender a sus comunidades, afectadas por la conferencia, faltará una voz importante", critica Natalie Southworth, de Greenpeace de Vancouver.
Pero al gobierno canadiense no parece afectarle la crítica. En el centro está la seguridad de la cumbre. Está dispuesto a destinar a ésta hasta 500 millones de dólares canadienses (unos 329 millones de dólares estadounidenses).
