WASHINGTON. - El Pentágono afina los planes para derrocar al Presidente iraquí Saddam Hussein, cuya partida desea el Presidente estadounidense George W. Bush, pero un eventual ataque contra Irak aún parece lejano.
"Estamos a meses y meses de una intervención, la cual no ha sido decidida, y que implicaría el envío de centenares de miles de hombres a la región", estima Ivo Daalder, especialista en asuntos de seguridad del Instituto de Investigación Brookings.
El presidente estadounidense retomó esta semana su retórica anti-iraquí, declarándose determinado a lograr "un cambio de régimen por cualquier medio".
Washington acusa a Hussein de amenazar directamente los intereses de Estados Unidos y del mundo entero por su supuesto apetito de armas de destrucción masiva y sus eventuales vínculos con grupos terroristas.
Sin embargo, Bush mantenía cierta vaguedad en torno a las condiciones de tal derrocamiento. "Estoy involucrado en la planificación militar, diplomática, financiera", pero "soy paciente", afirmó.
Interrogado acerca de una intervención militar, el general Richard Myers, jefe del estado mayor conjunto, respondió el lunes a la AFP: "Tal vez no la haya nunca".
La opción militar, cargada de riesgos, no es clara, según algunos expertos. No obstante, se examinan constantemente planes de ataque, se reconoce en el Pentágono.
El diario estadounidense The New York Times indicó hace una semana que el comando central militar había puesto a punto un "concepto de operaciones" previendo un ataque masivo con centenares de aviones de combate y alrededor de 250.000 soldados desde ocho países, "que aún no han sido consultados" sobre tal acción.
Acompañada de bombardeos aéreos masivos contra aeropuertos, autopistas, centros de comunicación, "la invasión" de Irak se haría desde el norte, el oeste y el sur, según este plan elaborado en Tampa (Florida).
Según el diario Los Angeles Times, los estrategas estadounidenses prevén "golpes preventivos" y operaciones de comandos de fuerzas especiales para intentar destruir los lugares en los que supuestamente hay armas químicas y biológicas, y las rampas de misiles Scud antes de que Irak los pueda utilizar contra fuerzas estadounidenses o contra Israel, como lo hizo en 1991 en la Guerra del Golfo.
Un especialista militar europeo estima que por esa razón una intervención en Irak no tendría lugar antes del próximo invierno boreal, "a menos que antes haya una gran provocación de Saddam".
A causa de la amenaza de las armas bioquímicas, los militares estadounidenses deberían estar equipados con equipos de protección demasiado calurosos para el verano y las municiones guiadas por láser pasan mejor en los cielos claros del invierno.
Por lo demás, destaca este especialista que se mantuvo en el anonimato, Washington no tiene asegurada aún la coalición de aliados dispuestos a apoyar una intervención.
Jordania desmintió oficialmente que estuviera dispuesta a ceder sus bases militares. Sin embargo, el diario libanés As Safir informó el jueves que "Estados Unidos concluyó intensas negociaciones con Qatar, Jordania, Kuwait y Turquía para utilizar sus territorios y sus espacios áereos".
Considerado un decidido partidario de una intervención militar, el secretario adjunto de Defensa norteamericano, Paul Wolfowitz, llegó el domingo a Turquía, donde hablará de Irak, para seguir luego hacia Afganistán.
Ankara se opone a una intervención, aunque Wolfowitz afirmó la semana pasada que los aliados lo seguirían si advierten que Washington está decidido a intervenir.
Los aliados europeos, por su parte, prefieren insistir en el retorno de los inspectores de la ONU a Irak, a pesar del fracaso de las recientes negociaciones en Viena.
"Por lo que sé, una intervención militar no está a la orden del día", declaró el jueves el ministro francés de Asuntos Exteriores, Dominique de Villepin, quien se reunió la semana pasada con su homólogo estadounidense, Colin Powell.