MONTREAL.- En vísperas de la visita del Papa Juan Pablo II, la iglesia Católica canadiense, anfitriona de las Jornadas Mundiales de la Juventud, se encuentra abrumada por acusaciones de pedofilia, más de diez años después de los primeros escándalos que la llevaran a realizar una limpieza entre sus filas.
Tras la crisis que sufre la jerarquía católica estadounidense, los ex pupilos de establecimientos administrados por religiosos retomaron la lucha este año para intentar hacerles reconocer públicamente los malos tratos que dicen haber sufrido de niños.
Desde la primavera boreal, siete asociaciones que representan a un total de más de 10.000 canadienses que afirman haber sido víctimas de sacerdotes o religiosos pedófilos, se agruparon con la esperanza de presionar a la Iglesia.
Los grupos solicitaron una audiencia con el Papa, que el martes llegará a Toronto. Pero el silencio del nuncio apostólico en Canadá a pocos días de la visita del pontífice, no les da mucha esperanza.
Sin estar seguros de acceder a la jerarquía católica, los grupos confían en que podrán sensibilizar a los jóvenes peregrinos del mundo entero. Y para eso, previeron un "via crucis", durante el cual una víctima ubicada en cada estación narrará los traumas que sufrió en manos de prelados.
Muchas víctimas intentan, desde hace años y sin éxito, hacerse oír. Para ellos, que tienen hoy entre 40 y 70 años, el silencio y la indiferencia de las autoridades duró demasiado.
Entre ellos figuran muchos amerindios, sacados de sus comunidades para ser internados en pensionados federales administrados por religiosos. También aparecen varios "Huérfanos de Duplessis", nombre que se debe al Primer Ministro quebequés de los años 50 y 60 bajo cuyo gobierno los hijos ilegítimos eran internados a la fuerza en hospitales siquiátricos.
El Movimiento de Acción Justicia, que ayuda a estos últimos, decidió perseguir judicialmente a los religiosos, y hasta ahora logró demandar a dos sacerdotes.
"La situación es peor en Canadá que en Estados Unidos. Solo que aquí, los obispos fueron más eficaces para disimular los casos", aseguró David Gagnon, que dirige la Red de Sobrevivientes de Víctimas de Sacerdotes (SNAP). Varios casos fueron ocultados gracias a "acuerdos de confidencialidad firmados hace años", aseguró.
Gagnon denunció el "reciclaje de sacerdotes abusadores" entre Canadá y Estados Unidos y citó a varios casos de miembros del clero condenados por abusos sexuales a menores, que años después fueron destacados al otro lado del continente.
La Iglesia canadiense permaneció totalmente indiferente, según Gagnon, a la suerte de las víctimas, a pesar de la crisis que atravesó la institución hace 10 años.
A fines de los 80, revelaciones sobre malos tratos infligidos por miembros de la comunidad de Hermanos Cristianos en los años 50 y 60 a niños de un orfelinato de Terra Nova, el Mount Cashel, marcaron un estrepitoso escándalo que llevó al Papa a declarar su "angustia" sobre el caso en 1993.
En un documento bautizado "Del sufrimiento a la esperanza", la Conferencia Episcopal católica de Canadá estableció en 1992 sus líneas directrices.
"La primer preocupación parece entonces preservar la imagen de la Iglesia", subrayó Jean-Guy Nadeau, teólogo de la universidad de Montreal. "Es la antigua cultura católica, que se ocupa de salvar primero el alma de los pecadores y para la cual las víctimas no son prioritarias", añadió.
A pesar de las iniciativas de las asociaciones de víctimas emprendidas este año "no hubo nuevos grandes casos revelados", señaló Sylvain Salvas, portavoz de la Conferencia Episcopal canadiense, institución que ya puso en marcha una comisión para revisar sus posiciones.