MOSCU.- Los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y Francia, Jacques Chirac, apostaron hoy en su cumbre del Mar Negro por un nuevo ímpetu en las relaciones de París y Moscú, acorde con su papel de "pilares" de la actual estabilidad europea.
Chirac concluyó sus dos jornadas de conversaciones con Putin con una llamada a la cooperación ruso-francesa en un mundo en cambio, gracias a la amistad de siglos entre los dos países, y sobre la que sólo Napoleón se atrevió a tender una trágica sombra.
En el idílico escenario de la ciudad balneario de Sochi, en la costa este del Mar Negro, Putin y Chirac hicieron votos de amistad personal e identificaron a París y Moscú como "pilares" de la nueva arquitectura de seguridad europea.
Rusia y Francia ya han acordado la creación de un Consejo de Seguridad Conjunto que refuerza la tradicional independencia gala a la hora de buscar sus aliados en la escena mundial y consolida la apuesta pro occidental de Putin.
Según el Kremlin, los dos presidentes prolongaron hasta bien avanzada la noche sus conversaciones, centradas en las relaciones políticas y económicas galo-rusas, en la situación en Oriente Medio y Afganistán, y las posibilidades de cooperación estratégica.
Putin considera a Chirac como "la figura política con más experiencia en Europa y una persona capaz de ver con una antelación de años las prioridades de la arquitectura mundial", señaló hoy el jefe de la Administración presidencial rusa, Serguéi Prijodko.
Los parabienes del Kremlin hacia el presidente galo no podían ser para menos, pues Chirac dio un inesperado espaldarazo a Rusia en el espinoso asunto del enclave ruso de Kaliningrado, una de las cuestiones de fricción más importantes con la Unión Europea.
Kaliningrado, la antigua Konisberg alemana arrebatada por la Unión Soviética al fin de la II Guerra Mundial, está situada entre Lituania y Polonia, y se convertirá en un enclave ruso dentro de la UE cuando esos dos países se adhieran pronto a la organización.
Chirac señaló como "inconveniente" la exigencia de visado a los habitantes de Kaliningrado "para desplazarse de una parte de Rusia a otra", como parte de las exigencias de entrada en la Unión europea de Lituania y Polonia.
Según el Kremlin, Francia también demostró en esta ocasión una mayor "comprensión" hacia Rusia en lo referente al problema de Chechenia, donde dentro de pocos días se cumplirán tres años de una guerra que ha dejado miles de muertos y no tiene visos de solución.
Por primera vez, París hizo referencia a acciones "terroristas" en lo que se refiere al conflicto chechén y se obviaron las agudas críticas vertidas contra Rusia en el pasado por la violación sistemática de derechos humanos en la república norcaucásica.
El diario "Izvestia" subrayó que "nunca en los últimos años las relaciones entre Moscú y París habían sido tan confortables como tras la victoria triunfal de Chirac en las elecciones presidenciales y parlamentarias francesas".
"Izvestia" apuntó que "la izquierda (francesa) no molesta ya más al presidente Chirac para construir las relaciones con Rusia", en referencia a la mayoría política de la derecha de Chirac y a los ataques que socialistas y comunistas franceses lanzaron durante años sobre la actuación en Chechenia.
Según Putin dijo en la cumbre, las violaciones de derechos humanos ocurren en Chechenia, "pero no son tan terribles como podría parecer a primera vista. Somos conscientes de ellas y las intentamos resolver".
Pero organizaciones humanitarias rusas y extranjeras han denunciado las "operaciones de limpieza" del Ejército ruso en Chechenia, con saqueos, torturas, detenciones masivas y desapariciones, incrementadas en los últimos meses.
Putin también recibió el respaldo francés a su estrategia para la integración de Rusia en las estructuras internacionales, como el grupo de países más industrializados (G-7) y la Organización Mundial del Comercio.
Los dos presidentes incidieron en las posturas comunes en materias como Irak y Oriente Medio, y se comprometieron a impulsar su intercambio comercial, actualmente de 4.000 millones de euros al año.
También alabaron los acuerdos de mayo en la cumbre de Moscú de la UE y Rusia, donde se prometió conceder a este país el estatuto de economía de mercado, como recientemente ha hecho Estados Unidos.
Asimismo destacaron la cumbre en Roma de la OTAN y Rusia, donde se sentaron las bases de la nueva cooperación entre Moscú y Bruselas en un nuevo consejo "a veinte", formado por los 19 miembros de la Alianza Atlántica y el Kremlin.