Duante su primer día en la Isla Strawberry, el Santo Padre realizó un paseo de dos horas en un pequeño yate blanco.
TORONTO.- Tras su triunfal llegada a Canadá, el Papa Juan Pablo II se dedicó hoy a descansar y reponerse de la diferencia horaria en una apartada isla donde se mantuvo alejado de las multitudes.
El Sumo Pontífice, de 82 años, pasaba su primer día completo en la Isla Strawberry, unos 100 kilómetros al norte de Toronto, que es utilizada usualmente como un lugar de retiro para una pequeña orden de sacerdotes católicos.
La isla, situada en el Lago Simcoe -llamado así por una fruta silvestre que crece en la zona- está albergando al que probablemente es la figura mundial más prominente que la haya visitado hasta ahora.
Un miembro de la comitiva papal dijo que todo estaba "muy tranquilo" en la isla en la mañana del miércoles.
Mientras tanto, el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, dijo a los periodistas en Toronto que Juan Pablo II durmió bien, se levantó temprano y se sentía descansado, y que había orado por unos 90 minutos en una capilla improvisada antes de realizar un paseo por la isla en un carro de golf.
Posteriormente, el Santo Padre realizó una travesía de dos horas en un pequeño yate blanco y fue abordado por un grupo de unos 50 niños minusválidos que llegaron hasta la embarcación en botes de pedales desde una institución situada a orillas del lago, donde viven.
El Papa ordenó que su yate se detuviera y sus asistentes entregaron rosarios a los niños, explicó Navarro-Valls, quien agregó que Juan Pablo II tiene previsto realizar otras actividades durante su estadía en la isla, como una cena a campo abierto con sus ayudantes.
El portavoz del Vaticano indicó que el Papa -quien esta vez no asistió a su acostumbrado retiro en las montañas a principios de año- se sintió conmovido por la belleza de la isla, el lago y sus entornos.
"Su mente está junto a los jóvenes en Toronto, pero su corazón está allá, en la isla (...). Creo que su corazón está algo dividido", dijo Navarro-Valls.
El Papa cumple su viaje número 97 al extranjero, que después lo llevará a Guatemala y México, y los organizadores del Vaticano han programado mucho tiempo de descanso.
Juan Pablo II pasará 48 horas en la isla antes de regresar en la tarde del jueves a Toronto para inaugurar formalmente el Día Mundial de la Juventud, al que asistirán cientos de miles de jóvenes católicos.
El Papa inició su viaje con una nota destacada cuando llegó el martes y, contra la recomendación de los organizadores, bajó los 27 escalones de la escalerilla del avión, con ayuda de dos asistentes, en lugar de utilizar el montacargas que lo esperaba.
Aparte de la enfermedad de Parkinson, el Papa ha padecido de una dolorosa artrosis en la rodilla derecha, así que su decisión tomó a todos por sorpresa.
El cambio en los planes llevó a un diario canadiense a pedirle a su reportero de asuntos médicos que analizara el significado de los 27 escalones.
En todo caso, la decisión del Papa mostró su determinación y la capacidad de su fortaleza mental para sobreponerse a su fragilidad física.
Cuando el Papa terminó de descender por la escalerilla, golpeó repetidamente el piso con su bastón en un aparente signo de satisfacción.
Otra señal positiva fue que el Papa pudo leer todo su discurso inicial. Durante su viaje a Bulgaria y Azerbaiyán en mayo, leyó sólo parte de sus alocuciones para ahorrar tiempo.
Grandes expectativas
Por todo Toronto, la ciudad más poblada de Canadá, la anticipación crecía entre los jóvenes católicos reunidos para las celebraciones, que llegarán a su clímax el domingo con una misa papal ante cientos de miles de personas.
Pero el festival se realiza en medio de crecientes tensiones globales, los escándalos de abuso sexual infantil que han sacudido a la Iglesia Católica y la desaceleración económica en muchas partes del mundo.
Hasta hace poco, había preocupación de que el Juan Pablo II podría no estar suficientemente saludable para hacer el viaje o que tendría que cancelar sus últimas dos etapas en Guatemala y México, programadas para la próxima semana.
A bordo del avión que transportó a la comitiva desde Roma, el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, dijo que el Papa podría aceptar una invitación para visitar las Filipinas en enero.
A su llegada a Toronto, retó a los jóvenes a ir contra la corriente en lugar de deleitarse en un mundo materialista.
Leyendo claramente en inglés y en francés, el Papa instó a los jóvenes a promover la paz y la solidaridad en el mundo, azotado por la guerra y la injusticia.
"Demasiadas vidas comienzan y terminan sin alegría, sin esperanza", dijo el Pontífice, que pidió a los jóvenes "promover la gran causa de la paz y la solidaridad humana".