GUATEMALA.- El Papa Juan Pablo II declaró santo al Hermano Pedro de San José Betancourt, durante una misa que celebró este martes ante más de 700.000 feligreses congregados en el Hipódromo del Sur, informaron sus organizadores.
La Eucaristía fue concelebrada por 800 sacerdotes, obispos y cardenales de Centroamérica, España y el Vaticano.
"Declaramos y definimos santo el beato Hermano Pedro de San José Betancourt", dijo el Pontífice, cuyo mensaje fue cortado por el grito de miles de gargantas que celebraban la canonización del primer santo de Guatemala y Centroamérica, quien vivió en estas tierras hace más de tres siglos.
"Lo inscribimos en el catálogo de los santos y establecemos en toda la iglesia sea devotamente adorado santo", agregó el Papa, para luego bendecir al nuevo santo "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo", mientras la multitud nuevamente estallaba en gritos de júbilo.
La declaratoria del nuevo santo se registró a las 09:42 horas locales (15:43 horas GMT).
"El nuevo santo es un apremiante llamado a practicar la misericordia en la sociedad actual, sobre todo cuando son tantos los que esperan una mano tendida que los socorra", afirmó el Pontífice.
Al poner de ejemplo al santo, Juan Pablo II exhortó a pensar "en los niños y jóvenes sin hogar o sin educación; en las mujeres abandonadas con muchas necesidades que remediar; en la multitud de marginados en las ciudades; en las víctimas de organizaciones del crimen organizado, de la prostitución o la droga; en los enfermos desatendidos o en los ancianos que viven en soledad".
Asimismo, el Santo Padre manifestó su esperanza de que la herencia del nuevo santo "ha de suscitar en los cristianos y en todos los ciudadanos el deseo de transformar la comunidad humana en una gran familia, donde las relaciones sociales, políticas y económicas sean dignas del hombre, y se promueva la dignidad de la persona con el reconocimiento efectivo de sus derechos inalienables".
El Papa, que lucía en mejor forma física y más descansado que el lunes, cuando llegó fatigado desde Canadá, seguidamente bendijo una pintura del nuevo santo, colocada en el Altar Mayor ubicado al fondo del Hipódromo del Sur, ante el júbilo desbordante de los miles de feligreses.
"Nuestras previsiones eran de contar con 720.000 personas cuando estuviera lleno el hipódromo, ya está completamente abarrotado y todavía hay miles de personas afuera, que estamos viendo como los acomodamos", dijo a la AFP el encargado de prensa de la comisión de la iglesia, Luis Marroquín.
Los miles de feligreses comenzaron a ingresar desde horas de la madrugada, tras ser sometidos a varios puestos de registro a cargo de agentes especiales de la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad de la Presidencia (SAAS) y de la Policía Nacional Civil (PNC).
De acuerdo con el programa previsto por la Iglesia Católica, tras la canonización del hermano Pedro, en la Catedral Metropolitana, en el corazón capitalino, y en las iglesias de la Antigua, repicaron las campanas para saludar al primer santo de los guatemaltecos.
Biografía
El Hermano Pedro, a quien muchos llaman "la primera ambulancia de Guatemala" por su total dedicación a los enfermos, nació en Vilaflor, en la isla canaria de Tenerife, el 21 de marzo de 1626 y murió en Guatemala el 25 de abril de 1667.
Hijo de pastores y agricultores, a los 20 años abandonó la isla para trasladarse a Cuba y dos años más tarde acabó en Guatemala con el objetivo de divulgar el Evangelio.
Apenas desembarcado en el Nuevo Mundo, una grave enfermedad le puso en contacto directo con los más pobres y desheredados. Recuperada inesperadamente la salud, quiso consagrar su vida a Dios realizando los estudios eclesiásticos pero, al no poder hacerlo, profesó como terciario en el Convento de San Francisco, en la actual Antigua Guatemala.
Visitó hospitales, cárceles, casas de pobres, a los emigrantes sin trabajo, los adolescentes descarriados y sin instrucción. Fundó un centro para acoger a los pequeños vagabundos blancos, mestizos y negros, y atendió la instrucción religiosa y civil con criterios todavía hoy calificados como modernos.
Fundó la Orden de los Bethlemitas y de las Bethlemitas, aún cuando éstas sólo obtuvieron el reconocimiento de la Santa Sede más tarde.
Las fundó en 1707, cuarenta años después de su muerte. En 1820 fueron suprimidas por la Corona española, tras acusar a los seguidores del Hermano Pedro de conspirar en su contra y a favor de la independencia.
En la actualidad, la rama masculina es una de las más pequeñas congregaciones de la Iglesia, apenas una decena de miembros entre Ciudad de Guatemala y Tenerife.
Tras la beatificación y canonización están creciendo.
El Hermano Pedro se adelantó a los tiempos con métodos pedagógicos innovadores y estableció servicios sociales inimaginables en su época, como un hospital para convalecientes.
Sus escritos espirituales son de una agudeza y profundidad inigualables.
Murió a los 41 años y fue beatificado por Juan Pablo II en 1980.
El milagro que le lleva a la santificación fue la curación en 1985 del joven español, originario de Tenerife, Adalberto González Hernández, quien entonces contaba cinco años.
El muchacho padecía un extraño tipo de leucemia sin cura. De manera inexplicable, tras rezar la familia al Hermano Pedro, el joven sanó.
Adalberto y su familia estuvieron hoy presentes en la ceremonia de canonización.