WASHINGTON.- Estado Unidos advirtió este jueves que la decisión del Presidente paquistaní, Pervez Musharraf, de otorgarse plenos poderes a sí mismo y a su ejército mediante cambios constitucionales, podría amenazar la democratización de este aliado clave de la potencia del norte en la guerra contra el terrorismo.
La Casa Blanca y el departamento de Estado lanzaron esta advertencia a Islamabad al día siguiente de que el general Musharraf anunciara una reforma constitucional, que provoca la irritación de la oposición al régimen militar.
"Es importante que Pakistán siga el camino de la democracia, ya que es lo mejor para todos los países", declaró el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, en Medford.
En tanto, el portavoz adjunto del departamento de Estado, Philip Reeker, manifestó su preocupación porque, a su juicio, la reciente decisión tomada por el gobierno pakistaní "puede hacer más difícil el establecimiento de intituciones democráticas sólidas en Pakistán".
Reeker informó que el subsecretario de Estado, Richard Armitage, quien realiza una gira por la región, mantendrá el sábado reuniones para tratar el tema con autoridades paquistaníes en Islamabad.
"Hicimos saber claramente que la lucha contra el terrorismo incluye la búsqueda de la democracia, porque allí donde reina la democracia los terroristas tienen menos posibilidades de prosperar", subrayó Reeeker.
El portavoz del departamento de Estado se negó, sin embargo, a hacer referencia a las eventuales consecuencias de esta reforma sobre las relaciones entre Estados Unidos y Pakistán y su cooperación contra los movimientos islamistas radicales en Afganistán y el propio Pakistán.
El presidente Musharraf anunció el miércoles una reforma de la Constitución para dotarse de la potestad de disolver el Parlamento si lo considera oportuno.
Dicha reforma, que según el mandatario paquistaní puede entrar en vigor sin contar con el aval del Parlamento, prevé la creación de un Consejo de Seguridad Nacional integrado por cuatro jefes militares y ocho responsables civiles que se ocuparán de controlar al gobierno.
Las relaciones entre Washington e Islamabad, crispadas después del golpe de Estado de 1999, se hicieron considerablemente más cálidas con el firme apoyo de Musharraf a las operaciones estadounidenses en Afganistán después de los atentados del 11 de setiembre.
Convertido en un aliado capital en la campaña antiterrorista, Musharraf sigue, sin embargo, sometido a intensas presiones de Washington para que intensifique la lucha contra los poderosos movimientos islamistas paquistaníes, responsables de atentados antioccidentales en Pakistán y que operan especialmente en la parte de Cachemira bajo control indio.
El departamento de Estado señaló que la cuestión de Cachemira, fuente de serias tensiones entre indios y paquistaníes, también sería tratada en Islamabad por Armitage, quien también viajará a Nueva Delhi.