EL CAIRO.- El mundo árabe insiste en rechazar un ataque contra Irak, pese a la autorización por el Congreso de EE.UU. al Presidente George W. Bush a usar la fuerza contra Bagdad si no elimina su supuesto arsenal de armas de destrucción masiva.
Aunque hasta el momento no ha habido una reacción oficial panárabe a la medida norteamericana, fuentes de la Liga Arabe consideraron que la decisión del Congreso "no es nada sorprendente", y que "no cambiará la posición panárabe en contra de un ataque" a Irak.
El portavoz de la Liga, Hisham Yusef, horas antes de que el Congreso respaldara, con 296 votos a favor, una resolución para el uso de la fuerza contra Bagdad, insistió en que "el mundo árabe se opone a una acción bélica y considera necesario resolver la crisis mediante la ONU".
Según un comunicado enviado a EFE, esta postura la transmitió el secretario general del organismo panárabe, Amro Musa, al enviado ruso para Oriente Medio, Andrei Vdovin, a quien subrayó, en una reunión anoche en El Cairo, la necesidad de que la ONU "acelere el retorno de sus inspectores de desarme a Bagdad para evitar el agravamiento de la tensión".
El ministro egipcio de Asuntos Exteriores, Ahmed Maher, también reiteró que El Cairo, estrecho aliado de EE.UU., "quiere una solución pacífica en conformidad con las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas".
La posición árabe es similar a la expresada hasta el momento por países islámicos como Irán y Turquía que, al igual que Egipto, Jordania, Arabia Saudí, e incluso Kuwait, advirtieron contra las "catastróficas consecuencias" que un ataque puede suponer para la seguridad en la zona.
El Presidente egipcio, Hosni Mubarak, advirtió de que una acción militar contra Bagdad "conduciría a una guerra civil y, posiblemente, regional", postura que transmitió al ministro de Asuntos Exteriores británico, Jack Straw, cuando le recibió el miércoles en El Cairo.
Straw escuchó opiniones parecidas durante su gira por la zona, que le llevó también a Jordania, Kuwait e Irán.
Según fuentes diplomáticas en El Cairo, el rechazo árabe e islámico se debe, sobre todo, a los temores de los gobiernos de la zona a una dura reacción de sus pueblos que consideran "injustificado" un ataque después que Bagdad se mostrara dispuesto a colaborar con los inspectores de la ONU.
La decisión del Congreso se produjo pocas horas después de que Bagdad dirigiera una nueva invitación a la ONU, y también a EE.UU., a que envíen expertos en desarme para inspeccionar los sitios donde se sospecha que Irak almacena armas de destrucción masiva.
El viceprimer ministro y ministro iraquí de Fabricación Militar, Abdel Tawab Mola Hawish, dijo que la visita de los inspectores a su país "comprobará las mentiras de EE.UU. y el Reino Unido" de que Irak posee armas químicas y bacteriológicas.
Aludía, sobre todo, a dos instalaciones iraquíes -An Nasr y Al Furat- incluidas en el informe publicado recientemente por el Primer Ministro británico, Tony Blair, sobre el supuesto arsenal de armas iraquíes de destrucción masiva.
El Presidente de EE.UU., George W. Bush, mostró en su último discurso una fotografía de Al Furat, tomada desde un satélite, como parte de sus intentos de recabar apoyo a los planes de Washington y Londres de dirigir una respuesta militar contra Bagdad si no ofrece la máxima colaboración posible con los inspectores.
Para rebatir las acusaciones de EE.UU. y el Reino Unido, las autoridades iraquíes organizaron el jueves una visita para periodistas a la fabrica de An Nasr, cuyo director, Tahsin Salman, aseguró que produce material civil que se utiliza para las refinerías de petróleo.