RIOBAMBA.— Personas con rostros y brazos ensangrentados recorrían el jueves las calles de esta ciudad a raíz de la explosión del polvorín de un cuartel militar cuya onda expansiva tuvo el efecto de un verdadero terremoto.
Según los informes oficiales, aunque preliminares, al menos sietes personas murieron y unas 200 resultaron heridas por la explosión ocurrida el miércoles en la Brigada Blindada Galápagos, enclavaba en un barrio de esta ciudad andina, 160 kilómetros al sur de Quito.
El Presidente Gustavo Noboa visitó la ciudad el jueves y dijo que los muertos fueron siete y los heridos 140. Previamente la Cruz Roja informó de seis muertos y los 200 heridos.
Innumerables casas del barrio San Antonio, colindante con el cuartel, quedaron destruidas a lo largo de al menos siete cuadras. Volaron techos, puertas y ventanas, y era posible ver el interior de las viviendas con parte de sus muebles destruidos.
"Nos vamos al campo, señor. Salimos de aquí", dijo a la AP Elsa Fandi, que llevaba en sus brazos un niño de dos años, con la frente ensangrentada.
"Fue el corte de un vidrio que le cayó en su carita", dijo la mujer.
En la calle se ven trozos de metal e inclusos proyectiles balísticos militares lanzados por la explosión. Las autoridades militares alertaron a la gente que no se acerque a estos artefactos.
Decenas de personas con notorias manchas de sangre por heridas cortantes se agolpaban a las puertas del cuartel tratando de saber de la suerte de sus familiares de la dotación militar, estimada en 1.500 uniformados.
Muchas llevaban vendajes improvisados a raíz de las heridas causadas principalmente por la caída de vidrios por las ventanas destrozadas debido a la onda expansiva que se sintió a unos 15 kilómetros a la redonda del cuartel.
"No hay casa en Riobamba que no tenga un vidrio roto", dijo el alcalde de la ciudad Fernando Guerrero.
"Parecía un sismo, un terremoto", afirmó.
"Yo estaba con permiso y estaba regresando ayer (miércoles) y cuando iba a entrar al cuartel se produjo la explosión que me lanzó al suelo. Quedé con heridas en el pecho y brazo derecho al golpearme en el suelo", dijo a la AP el conscripto Jorge Franklin, de la dotación del cuartel.
La casaca del conscripto se veía con sangre en el pecho.
El caos comenzó a reinar en esta ciudad de 150.000 habitantes a partir de la primera gran explosión, a las 16:00 horas del miércoles, seguida de un incendio y explosiones menores que se fueron sucediendo hasta avanzada la noche.
Se cortó la energía eléctrica y el sistema telefónico dejó de funcionar debido a que la onda expansiva afectó las instalaciones del sistema eléctrico y la planta telefónica, a unas ocho cuadras del cuartel.
El mayor de ejercito Fidel Araujo, dijo a la AP que se estaba exhortando a la ciudadanía "a que no recoja ningún explosivo que pueda hallar en las calles. Esta es ahora una zona de alto riesgo", enfatizó.
"Al parecer saltaron a la calle algunos explosivos, que pueden estar diseminados en las calles. Si alguien ve una granada u objeto sospechoso de ser explosivo que avise a nuestro personal especializado", agregó.
Numerosas granadas estaban esparcidas en el suelo en la calle, junto al muro del cuartel.
A través de canales de radio y televisión, numerosos habitantes reclamaban información sobre familiares o amigos de los cuales carecen de noticias tras ocurrir la explosión.
El coronel Arturo Cadena, vocero del ejército, informó en Quito que ’’la explosión se debió a la activación accidental de una granada’’ en el interior del cuartel. No se dieron más detalles inmediatas de este hecho.
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