BUENOS AIRES.— La primera jornada con liberación parcial del llamado "corralito financiero" transcurrió en calma, sin que se cumplieran pronósticos alarmistas sobre una estampida en la cotización del dólar, cuyo precio, por el contrario, se redujo con relación al viernes.
La Bolsa de Comercio de Buenos Aires operó con tono alcista mientras se advertía en el sector financiero un clima de distensión.
Esta mañana, en su diaria reunión con la prensa, el jefe del gabinete de ministros, Alfredo Atanasof, había comentado sonriente que "comenzó la vida sin el corralito".
Formuló su comentario mientras reinaba expectativa en los medios gubernamentales, antes de que abrieran los bancos y el mercado cambiario, en la primera jornada de liberación parcial de las restricciones impuestas hace un año a la libre disposición de los depósitos bancarios.
A partir de este lunes quedaron sin efecto las limitaciones que regían para las cuentas corrientes y cajas de ahorro ’’a la vista", así como a los plazos fijos inferiores a 10.000 pesos (2.700 dólares).
La medida beneficia al 68% de los fondos colocados en los bancos, por un monto estimado en 24.000 millones de pesos (unos 6.600 millones de dólares).
Siguen, en cambio, "atrapados" unos 14.000 millones de pesos (3.800 millones de dólares), colocados en plazos fijos superiores a 10.000 pesos.
Existía inocultable nerviosismo en el gobierno del Presidente Eduardo Duhalde por la posibilidad de que la liberación de esos fondos se tradujeran en un masivo vuelco hacia el dólar, lo que podría hacer peligrar la relativa estabilidad económica conseguida en los cinco últimos meses.
Sin embargo, la divisa norteamericana se cotizó dos centavos por debajo del viernes pasado, a 3,56 pesos para la compra y 3,63 para la venta.
Tanto el ministro de economía Roberto Lavagna como otros funcionarios aseguraron que no hay motivos para que ello ocurra, pero la última palabra quedó en manos de los ahorristas, que desde hora temprana formaron largas filas frente a los bancos, para retirar su dinero.
El llamado "corralito" fue implantado hace exactamente un año por el ex Presidente Fernando de la Rúa y por su ministro de economía Domingo Cavallo, exactamente 18 días antes de que renunciaran, arrastrados por una imparable corrida bancaria y una ola de protesta social.
Duhalde, a poco de asumir el gobierno, nombrado por el Congreso el día de Año Nuevo, calificó al corralito de "herencia maldita". Provocó una airada reacción de la castigada clase media, que durante varios meses atronó las calles de ciudades y pueblos con "cacerolazos" de protesta, en demanda de que se les devolvieran sus depósitos.
El Gobierno tiene un segundo motivo de preocupación: la posibilidad de que la Corte Suprema de Justicia declare próximamente inconstitucional la denominada "pesificación", (la conversión obligatoria en moneda argentina de los depósitos en dólares). Fue impuesta en enero, simultáneamente con la devaluación del peso argentino.
El ministro Lavagna declaró el lunes a la prensa que las versiones sobre un fallo de la Corte Suprema "responden a una maniobra, ligada seguramente a algún interés económico y a algún interés político, en esta etapa preelectoral".
El ministro agregó que el gobierno "no va a permitir que una decisión de la Corte Suprema se convierta en una medida por la cual se le carga a toda la sociedad argentina el costo de una crisis. No vamos a socializar de vuelta todas las pérdidas para que unos pocos se queden con las ganancias".