JOHANNESBURGO.- Millones de personas en Sudáfrica y otros Estados de Africa Austral pudieron disfrutar a primeras horas de hoy, miércoles, de unos segundos de oscuridad de diversa intensidad al interponerse la luna entre el sol y nuestro planeta, fenómeno que sólo se repetirá en esta zona del mundo en 2030.
La luna, en fase llena, aunque 400 veces más pequeña que el sol, ocultó al astro rey de manera total o parcial, dependiendo del área de visualización, creando una oscuridad de diferente intensidad que permitió, en pleno día, ver varias estrellas y el reluciente planeta Venus.
La huella de la sombra umbral lunar comenzó a ser observada esta mañana en el sur del Océano Atlántico a las 06.55 hora local (04.55 GMT) para cruzar paulatinamente varias regiones de Africa en dirección al sur del Indico y Australia, donde el eclipse finalizará justo a la puesta de sol.
El recorrido es el mismo que el del fenómeno observado en junio de 2001.
El umbral creado es de 87 kilómetros de ancho y su trazo recorre el planeta a una velocidad de unos 2.000 kilómetros por hora.
Aquellos que pudieron ver el eclipse dentro de la amplitud de la huella observaron una ocultación total del sol, mientras que fue parcial para los que se encontraban en la penumbra del efecto que cubre un área de 6.900 kilómetros de diámetro.
El paso por el sur de África duró poco más de dos horas y se extendió desde Angola y Namibia a Sudáfrica, Botsuana y Zimbabue para despedirse del continente negro tras atravesar Mozambique.
En Sudáfrica, la única región en la que pudo observarse un eclipse total fue en la provincia norteña de Limpopo, en especial en el área del Parque Nacional Kruger, donde miles de curiosos locales, turistas y científicos se dieron cita para observar el fenómeno que, según la científica Claire Flanagan, se trata de "una experiencia indescriptible".
De acuerdo con las autoridades del Parque, alrededor de 11.000 personas, custodiadas por guardabosques armados para evitar que las fieras que habitan la reserva natural irrumpiesen en los lugares de observación, se concentraron en el Kruger.
Muchas de ellas, acompañadas con el sonido estruendoso de cientos de tambores africanos, brindaron con champán por el fenómeno lunar que solamente se repetirá dentro de 28 años.
La oportunidad de observar el eclipse en el ambiente perfecto que ofrece la combinación de la naturaleza virgen fue aprovechada por Shelios, una organización española para la promoción y difusión de expediciones científicas que organizó el viaje al Kruger como "una combinación de ciencia y aventura".
El presidente de Shelios y líder de la expedición española, el doctor Miquel Serra-Ricart, explicó a EFE que la delegación, compuesta por 18 personas, siete de ellas científicos, tuvo como objetivo "continuar con las medidas del proyecto SUN (Estudiantes Entendiendo la Naturaleza, en inglés)", una iniciativa del proyecto Génesis de la NASA.
Fuera del área de Limpopo, en el resto de Sudáfrica el eclipse fue parcial, como en Johannesburgo, donde la cobertura fue de un 90 por ciento, aunque debido a la existencia de nubes la visión no fue tan espectacular como se esperaba.
La tradición en varias tribus africanas sugiere que durante la ocultación del sol por fenómenos naturales se haga el mayor ruido posible, con voces, palos o cualquier otro utensilio doméstico, para ahuyentar al "monstruo" del eclipse.
En otras regiones, el eclipse significa la muerte de un dios, por lo que las tribus debían hacer una ofrenda a su líder para servir de guía a la deidad en ese nuevo estado.
El eclipse solar más recordado en la historia de África Austral fue el ocurrido en 1835 cuando miembros de la tribu Ngoni huían de los ataques que contra ellos había lanzado el temido rey zulú Shaka, que los empujó hacia el río Zambezi.
La leyenda dice que un gran número de mujeres, niños y ancianos Ngoni murieron ahogados, mientras que muchos de sus guerreros eran comidos por los cocodrilos que infestaban el río, y sólo algunos pocos llegaron a la otra orilla cuando súbitamente el sol desapareció, creándose una oscuridad total que inmortalizaba a las víctimas de Shaka.