CARACAS.- La oposición venezolana decidió seguir el viernes con un paro general que ha comenzado a hacer sentir sus efectos en la industria petrolera, de la cual el país obtiene un 75 % de sus ingresos.
El jueves, el presidente Hugo Chávez dijo que el paro es un intento por derrocarlo.
La Confederación de Trabajadores de Venezuela junto con Fedecámaras, máximo organismo empresarial, y varios partidos de oposición resolvieron extender la protesta debido a que, afirman, el gobierno no ha accedido a una salida electoral que evite un desenlace violento de la crisis política.
"La reacción represiva y el encendido discurso presidencial comprueba el temor que el régimen le tiene a este instrumento de lucha activa, no violenta, cívica y democrática", declaró el presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, Carlos Ortega.
El gobierno "no se cansa de preparar acciones de intimidación, amenazas y persecución en contra de la oposición, por eso el pueblo en ejercicio en su soberanía continúa el paro cívico nacional".
El paro, aunque parcial, ha estado signado por numerosos enfrentamientos y movilizaciones callejeras en las más importantes ciudades, en tanto que el crucial sector petrolero se le incorpora progresivamente.
Venezuela es el quinto productor de petróleo del mundo, y una prolongada paralización de la industria petrolera podría causar el colapso del gobierno.
El jueves, capitanes anclaron tanqueros cerca de la costa, lanchas remolcadoras cesaron sus tareas, y estibadores dejaron de descargar petróleo y gas natural.
Jorge Kamkoff, vicepresidente de Petróleos de Venezuela, dijo que el monopolio estatal no podía cumplir con las órdenes de envío y dejó en libertad de acción a compradores y vendedores. Los precios a futuro del petróleo subieron en la Bolsa Mercantil de Nueva York al agudizarse la crisis.
El ministerio de Energía admitió por primera vez que se estaba demorando la carga de petróleo, pero aseguró que todas las plantas estaban funcionando. Un alto funcionario venezolano se reunió con representantes de la embajada de Estados Unidos para asegurarles del abastecimiento de crudo a largo plazo.
Chávez, entre tanto, desestimó el paro y sostuvo que los convocantes son unos "golpistas" que están "tratando de derrocar una vez más" su gobierno.
"Cada vez que estos sectores convocan un paro es porque tienen un puñal escondido", declaró el presidente.
Comparó la protesta con el golpe militar que lo derrocó brevemente en abril.
"Así fue el 11 de abril, convocaron un paro que fracaso y que sólo era una máscara del golpismo", refirió el mandatario en un mensaje radiotelevisado.
Atribuyó a una "guerra mediática" las informaciones que aseguran que el paro fue un éxito, y advirtió que "el país no está paralizado" y que a "Venezuela no la para nadie".
