CARACAS.- El Presidente Hugo Chávez, intentaba este jueves reanudar las exportaciones petroleras de Venezuela para quebrar un paro general que en 11 días ha puesto en una situación de guerra al quinto país exportador mundial de crudo.
En un nuevo esfuerzo por romper la huelga general, Chávez despidió a cuatro gerentes petroleros líderes de la protesta y otorgó plenos poderes al presidente de la poderosa Petróleos de Venezuela (PDVSA), Alí Rodríguez, para reorganizarla, lo que fue calificado por empleados como un "duro golpe".
Líderes empresariales, sindicales y políticos de oposición anunciaron este jueves la extensión de la protesta a un décimosegundo día y agregaron que la mantendrán hasta lograr el "objetivo" de que Chávez dimita y sean convocadas elecciones.
Horas antes, trabajadores rebeldes de PDVSA decidieron en una asamblea rechazar los despidos de sus líderes y no volver a sus labores hasta que se resuelva la crisis política.
El "paro cívico", que mantiene parcialmente cerrados los comercios y causó la suspensión de vuelos locales, ha impedido las ventas de crudo y productos al exterior, que representan el 80 por ciento de los ingresos por exportaciones de la nación.
Antes de la huelga, Venezuela exportaba 2,7 millones de barriles por día (bpd) de crudo, pero su producción se ha reducido a un tercio por problemas de almacenamiento.
El ministro de Planificación, Felipe Pérez, declaró el jueves que el paro petrolero es un "chantaje". "Estamos en una situación de guerra porque estamos siendo atacados, saboteados en la industria petrolera", dijo en un programa de televisión.
El apoyo de los empleados petroleros a la protesta se ha convertido en una pieza clave para medir las fuerzas entre el Gobierno y la oposición, que mantienen negociaciones bajo el auspicio de la Organización de Estados Americanos (OEA) en pro de una salida electoral a la crisis.
Riesgos de violencia en las calles
El secretario general de la OEA, César Gaviria, dijo el jueves que "las partes no están cerca de encontrar una solución".
El oficialismo insiste en que una salida pasa por renovar el poder electoral y bajar el ambiente de conflictividad y de violencia, pero se niega a fijar una fecha para unas elecciones anticipadas, como lo reclama la oposición.
Las diferencias también son sensibles en la calle, donde el jueves en la noche pequeños grupos de ambos bandos se enfrentaron a gritos, pedradas y petardos en una plaza en el centro de Caracas, antes de ser separados por la Guardia Nacional y la policía con gases lacrimógenos y perdigones.
Los hechos sucedieron mientras la oposición volvió a hacer sonar sus cacerolas en apoyo al paro, como lo ha hecho diariamente desde el inicio de la protesta el pasado 2 de diciembre.
"Si no encontramos una solución en la mesa, pues la calle va a ser el escenario. Eso trae enormes riesgos de violencia", advirtió Gaviria.
Chávez, un teniente coronel retirado de 47 años con casi cuatro en el poder y sobreviviente de un breve golpe militar en abril, ha dicho que no va a renunciar y asegura contar con el apoyo de la mayoría del pueblo al que llama "el soberano".
Sin embargo, un sondeo en agosto pasado reveló que la popularidad
del Mandatario bajó entre los más pobres, donde está la mayoría de sus adeptos, por incumplir promesas de mejorar sus niveles de vida y por la agudización de la crisis económica y política.
Los enemigos de Chávez lo acusan de haber sembrado, con un discurso izquierdista y de confrontación, el odio y una división de clases en la nación de 23 millones de habitantes.
La crisis también ha tocado a la Fuerza Armada Nacional (FAN), donde algunos de sus oficiales -la mayoría acusados por participar en el alzamiento de abril- han denunciado una profunda politización de la institución.
Varias decenas de oficiales, sin manejo de tropas, se declararon en "desobediencia legítima" y desde el 22 de octubre pasado permanecen con civiles en una plaza del este de Caracas.