BRASILIA.- Los organismos de seguridad del estado nunca tuvieron tanto trabajo desde el miércoles pasado, tras la asunción al poder del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Enemigo de los protocolos, Lula ha puesto en aprietos a la Policía Federal, Fuerzas Armadas y a la seguridad presidencial.
El día de su posesión, y con la euforia de la gente que se ubicó en la Explanada de los Ministerios, ni policías y militares montados en caballos pudieron contener a la población que quería abrazar y besar a su nuevo Presidente.
Uno de sus simpatizantes burló la vigilancia policial y se abrazó a Lula que estaba en un vehículo abierto.
"Desde que asumió la presidencia, Lula ha superado todas las previsiones en cuanto a la euforia de la gente, mucho más con su actitud de ir al encuentro de los ciudadanos de a pie, algo inusual en otros presidentes", dijo el analista José de Oliveira Castro.
Anotó que el anterior presidente, Fernando Henrique Cardoso, cumplía con disciplina las recomendaciones de los organismos de seguridad y de la cancillería en lo que a protocolo se refiere.
Sin embargo, Lula, un ex tornero mecánico que llegó a la presidencia con la mayor cantidad de votos logrado por un presidente en toda la historia de Brasil, "es el hombre para el que no existen límites, cuando se trata de acercarse a sus electores", agregó de Oliveira.
Para Lula, la mayor preocupación cuando se le acercan las personas es que no le maltraten su hombro derecho, que le suele doler por una antigua inflamación.
"Su larga escuela como líder en el sindicato de los trabajadores metalúrgicos hace que las multitudes y los discursos cerca del pueblo sean como el oxígeno que requiere para respirar", dijo de Oliveira Castro.
Agregó que los organismos de seguridad parecen sorprendidos a cada momento con las "travesuras" de Lula da Silva, quien durante su campaña electoral prometía no permitir que lo llamen "presidente" sino "compañero".
El portavoz oficial de la presidencia, André Singer, anotó que Lula le ha manifestado que no cambiará la forma de vida que llevó cuando era sindicalista y mantendrá un contacto permanente con la gente.
Lula ha manifestado que le tiene poca paciencia a las recepciones formales y que prefería vivir en su casa que en la residencia presidencial. La semana pasada recibió al presidente cubano Fidel Castro con un asado informal.
Sin embargo, eventualmente accedió a vivir en la residencia presidencial del palacio da Alvorada, a unos cinco minutos del palacio de gobierno, luego de ser persuadido por los organismos de seguridad de que allí hay existen mejores condiciones para mantenerlo fuera de riesgo.