ROMA.- La muerte de tres italianos, uno de ellos el oculista del premier Silvio Berlusconi, por el estallido de una mina antipersonal en el desierto de Teneré de Tafassasset, en Níger, volvió a poner en el tapete el tema de la diseminación de esos artefactos en todo el territorio africano.
El vehículo que transportaba a los tres turistas fallecidos saltó por el aire el viernes en la noche mientras circulaba a través del desierto de Teneré, a causa del estallido de una mina sembrada en el lugar, según se difundió hoy en Roma.
El conductor del vehículo sufrió la fractura de un brazo y de tres costillas, pero los otros tres ocupantes murieron instantáneamente a causa de la violentísima explosión.
Los turistas formaban parte de un convoy de doce personas y las autoridades militares locales estaban al corriente de su paso, ya que se trataba de veteranos en ese tipo de expediciones.
En 1992, Italia era el tercer productor mundial de minas antipersonales, precedida sólo por China y Estados Unidos pero en 1997 fue aprobada una ley nacional contra esos artefactos mortíferos y poco después Roma adhirió al Tratado de Otawa para su abolición.
En el momento en que inició el desmantelamiento, el arsenal italiano era de 7.100.000 minas, que fueron desactivadas en un centro militar de alta tecnología de Spoleto, centro de Italia y en Parma, donde fueron desmontadas a mano las más peligrosas minas de guerra producidas por la industria italiana.
El desmantelamiento del arsenal italiano concluyó hace pocos días, pero son miles -y de diversa procedencia- las que aún están esparcidas en varias partes del mundo y que causan la muerte o lesiones irreversibles a unas 20.000 personas cada año.