CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Juan Pablo II, de 82 años de edad, declaró este miércoles que estaba dispuesto a poner en cuestión sus poderes con el fin de favorecer la unificación de las iglesias cristianas.
"Me parece oportuno proponer una reflexión común sobre el ministerio que ejerce el Obispo de Roma (...) con el fin de encontrar una forma de ejercer el primado, sin renunciar a los aspectos esenciales de su misión, que le permita abrirse a una nueva situación", declaró el Papa ante unas 4.000 personas que asistían a la audiencia general de los miércoles.
La primacía y la infalibilidad del Papa, que es a su vez Obispo de Roma, son criticados por la Iglesia Ortodoxa rusa y las iglesias protestantes, que consideran esos poderes como los mayores obstáculos para la unidad de las iglesias.
La propuesta del Papa fue hecha en ocasión de la semana de la oración para la unidad de los cristianos y está esencialmente dirigida a los protestantes y a los ortodoxos, éstos últimos muy críticos hacia el Papa.
"El Señor fundó la Iglesia una y única. Pero muchas comunidades se presentan como las verdaderas herederas de Jesucristo. Todos sostienen ser discípulos del Señor, pero tienen opiniones divergentes y siguen caminos diferentes, como si Cristo se hubiera dividido", aseguró.
"Que el Espíritu Santo ilumine a los pastores y a los teólogos de nuestra Iglesia en este diálogo paciente y seguramente productivo", clamó el Pontífice.
"Esta semana de oración es el mejor momento para pedir con los hermanos ortodoxos y protestantes por el don de la unidad", agregó el Papa, quien parecía estar en relativa buena forma.
"Ese don debe agrandar el amor entre los cristianos a pesar de las divergencias y lograr que se superen los obstáculos gracias a la oración incesante, el perseverar en el diálogo y la cooperación fraterna para servir a los pobres", agregó.
Los obispos son considerados como los sucesores de los apóstoles, tanto por los católicos, como por los ortodoxos y protestantes.
La primacía del Pontífice, considerado el sucesor de Pedro, figura superior con respecto a los demás apóstoles, es una de las causas históricas de la división de los cristianos.
Igualmente, el dogma de la infalibilidad, es decir el principio de que el Papa no se equivoca, como doctor supremo de la Iglesia universal, es otro argumento de enfrentamiento entre las iglesias.
El dogma ha sido pocas veces aplicado en el curso de la historia, y una de ellas fue en 1950 por el Papa Pío XII, para proclamar la inmaculada concepción de la Virgen.
La infalibilidad, que es garantizada por el Espíritu Santo, según todos los cristianos, divide a las iglesias por la manera y la forma con que ha sido concebida.
Inclusive dentro de la Iglesia Católica, hay teólogos como el alemán Hans Kung, que han puesto en duda el principio de que el Pontífice está exento de errores en sus disposiciones.
Por mantener tales críticas, a Kung le fue retirado en 1970 el permiso de enseñar con la bendición de la Iglesia.
Juan Pablo II, elegido Papa en 1978, apasionado de teología, quien a pesar de sus graves problemas de salud ha manifestado que permanecerá en el trono de Pedro "hasta que Dios lo desee", espera ser el artesano de la unión de las iglesias cristianas.