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Chinos celebran año de la cabra y acuden masivamente a templos

Tras pasar la noche en vela para dar la bienvenida al año del Cabra de Agua y comenzar una semana de fiestas, los ciudadanos acuden masivamente a los miles de templos budistas y taoistas para rendir culto al animal.

01 de Febrero de 2003 | 09:06 | EFE
PEKÍN.- Los ciudadanos chinos pasaron hoy la noche en vela para dar la bienvenida al año del Cabra de Agua y comenzar una semana de fiestas y celebraciones durante la que acuden masivamente a los templos.

Después de que las familias pasaran la noche comiendo "jiaozi" (empanadas rellenas de verduras y carne) y pipas de girasol, las ciudades y pueblos de este inmenso país, que alberga a 1.280 millones de habitantes, han amanecido con las calles vacías y los comercios cerrados.

Los ciudadanos acuden masivamente a los miles de templos budistas y taoistas para rendir culto a la Cabra y poner varillas de incienso en altares especiales dedicados a este animal, que sucede al Caballo.

El primer amanecer del nuevo año fue recibido en Pekín con fuegos artificiales y estruendosos petardos, a pesar de que esta ancestral costumbre está prohibida por las autoridades por cuestiones de "seguridad pública".

"Estoy seguro de que hasta ellos tiran también petardos", comentaba a EFE un pequinés, sin poder ocultar una sonrisa de complicidad, al referirse a la actitud permisiva de los policías.

Otra de las tradiciones es que los niños reciban de sus familiares y amigos un sobre rojo con dinero después de presentar sus respetos a los mayores.

"Cuando yo era pequeño tenía que hacer cinco "ketou" (inclinaciones) para recibir como máximo tres yuanes (algo menos de medio euro). Ahora, mis hijos reciben más de 300 y no me hacen ni uno", comentó a EFE un taxista.

En los alrededores de los diez templos más emblemáticos de la capital china también se han instalado ferias, que acogen a miles de visitantes.

En el Templo del Cielo, donde los emperadores ofrecían sacrificios a la Tierra para prevenir desastres, se instala una de las ferias más concurridas de Pekín, adornada con faroles rojos, carteles de buen augurio y ofertas de entretenimiento para toda la familia.

Por seis yuanes la entrada (casi un euro) se puede disfrutar de karaoke al aire libre, ópera china o acrobacias, mientras los ancianos queman incienso para pedir a los dioses la protección de los suyos.

En el parque que rodea el Templo del Cielo, donde cada mañana se reúnen ancianos que practican "taichi" (el boxeo con las sombras), se ha instalado también un circo ambulante que promete "lo nunca visto".

Las celebraciones más tradicionales del gigante asiático se han teñido rápidamente de un materialismo propio de los países capitalistas, pero aún se puede disfrutar en la capital del sabor de las fiestas populares chinas.

Las ferias eran antaño no sólo una ocasión para rezar a antepasados o dioses, sino un mercado popular donde se vendían productos tradicionales y se reunían los residentes en el campo y en la ciudad para "entretener a los espíritus y a los hombres".

Dentro de quince días terminarán los festejos con el Festival de las Linternas, que coincide con la primera luna llena del año del Carnero de Agua.
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