WASHINGTON.- El gobierno del presidente norteamericano, George W. Bush, comienza a revelar aspectos de la estrategia y los preparativos para un Irak posterior a una guerra, pero en el Congreso muchos la juzgan insuficiente.
El secretario de Estado, Colin Powell, explicó el jueves ante una comisión del Congreso que el Irak pos Saddam Hussein sería dirigido por el jefe del Comando Central de las fuerzas estadounidenses en el Golfo "durante el período más corto posible".
"No queremos que un general estadounidense gobierne indefinidamente un país musulmán", aseguró.
Este plan, al que la Casa Blanca aún le está dando los últimos retoques y que desde principios de esta semana es objeto de audiencias en el Congreso con otros responsables del Departamento de Estado y del Pentágono, prevé dejar en su sitio a la mayor parte de las instituciones existentes en Irak, aunque purgadas de los responsables de Hussein, agregó Powell.
"Si logramos derrocar a aquellos que dirigen (al país), intentaremos apoyarnos tanto como sea posible en las instituciones e infraestructura existentes", declaró.
Powell explicó que no se trataba de reedificar una nación, ya que Irak "tiene instituciones que funcionan, tiene una burocracia que es muy efectiva, tiene una clase media, tiene una población educada, tiene 22.000 millones de dólares anuales en ingresos del petróleo".
Por lo demás, insistió el miércoles en el Congreso, "no cuento con que vayamos a devastar Irak y la mayor parte de las infraestructuras quedará intacta".
Al período de administración militar, que algunos estiman que duraría al menos dos años, le seguiría una "dirección civil" de Irak, que podría ser ejercida por un estadounidense o una "personalidad internacional", o incluso podría tomar la forma de un "acuerdo internacional", añadió este jueves el Secretario de Estado, sin dar más detalles.
A continuación, el poder sería entregado a un "gobierno representativo" iraquí, dijo Powell, sin aclarar su duración.
Pero los planes de la administración no parecen satisfacer a varios senadores influyentes, tanto republicanos como demócratas, que critican a la Casa Blanca por subestimar la magnitud del compromiso humano y financiero que exigiría la reconstrucción de Irak.
"Esto costará muy caro y llevará mucho tiempo", había dicho esta semana durante una audiencia el senador demócrata Chris Dodd. "Nos quedaremos durante varios años en Irak, sobre todo si estamos solos", agregó.
"Estamos muy a la retirada", dijo, por su lado, el senador republicano Richard Lugar, el influyente presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, quien desde hace meses insiste en que la administración se prepare más seriamente para la era pos Saddam.
El senador Joseph Biden, el número uno demócrata en esa misma comisión, no deja de repetir que el presidente Bush debería explicar al pueblo estadounidense qué debe esperarse en Irak. "El verdadero desafío comenzará después de la guerra", aseguró.
Una vez que Hussein haya partido, será necesario que las tropas estadounidenses y de otros países de la coalición se queden durante mucho tiempo en Irak para estabilizar el país, apoyar al gobierno civil e impedir que aparezca un nuevo dictador, explicó.
Citando a varios expertos que dieron su testimonio en el Congreso durante los últimos meses, Biden afirma que esta tarea podría requerir al menos 75.000 hombres y costar hasta 20.000 millones de dólares por año, sin contar con el coste de la propia guerra.
Este sería de cerca de 50.000 millones, según el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, una cifra que varios analistas consideran excesivamente optimista.
Numerosos legisladores están preocupados por el hecho de que nada está previsto en ese sentido en el presupuesto federal, ya de por sí muy deficitario.