RIO DE JANEIRO.- Río de Janeiro amaneció en estado de alerta el lunes tras una ola de violencia atribuida a narcotraficantes, que alcanzó a las zonas más ricas de la ciudad brasileña, y provocó el cierre de comercios y afectó el transporte público.
Según las autoridades, los ataques fueron organizados por integrantes de la organización criminal Comando Vermelho (Comando Rojo), que lidera el detenido traficante de drogas Luiz Fernando da Costa, conocido como Fernandinho Beira-Mar.
Autoridades del gobierno del estado de Río de Janeiro dijeron que desde el domingo tenían información sobre la posibilidad de ataques criminales en la ciudad.
"Fuimos informados que querían practicar actos criminales en nuestro Estado hoy (lunes). Inmediatamente reunimos nuestro equipo y pusimos desde la madrugada toda la policía en la calle", dijo la gobernadora Rosinha Matheus en un acto en el Palacio Guanabara, sede del gobierno estatal.
Los incidentes se produjeron faltando pocos días para el comienzo del mundialmente conocido carnaval de Río de Janeiro, la mayor fiesta popular de Brasil y en la que participan miles de turistas extranjeros.
El alcalde de la ciudad de Río, César Maia, dijo creer que los incidentes no afectarán la llegada de turistas, aunque reconoció que los episodios de violencia pueden manchar la imagen de la ciudad, principalmente fuera de Brasil.
Pese a la violencia, turistas colmaban el lunes las playas de la ciudad, donde los hoteles 5 estrellas colocaron normalmente en la arena sillas y sombrillas para sus huéspedes.
Las autoridades policiales dijeron que seis personas fueron detenidas y cuatro resultaron heridas -un policía y tres pasajeros de un autobús de transporte- luego de numerosos episodios de volencia registrados casi simultáneamente en diferentes zonas de la ciudad el lunes.
Tres bombas de fabricación casera estallaron durante la madrugada en el elegante vecindario de Ipanema, en la zona sur de Río, destruyendo parcialmente las ventanas y fachadas de tres edificios.
Una granada que no llegó a estallar fue lanzada contra otro edificio en la elegante avenida Vieira Souto, también en Ipanema, una de las áreas más caras de la ciudad.
En tanto, una bomba fue arrojada contra una batallón de la Policía Militar en la zona norte de la ciudad, y una garita policial resultó ametrallada por ocupantes de un automóvil no identificado, según las autoridades.
Como parte de la ola de violencia, siete autobuses y tres automóviles fueron incendiados, y un supermercado fue saqueado por unas 50 personas. Tres menores fueron detenidos por la policía tras el asalto.
También se registró un intenso tiroteo entre policías y presuntos narcotraficantes en el barrio de Jacarepaguá, en la zona oeste de la ciudad.
El 11 de septiembre del año pasado, amenazas de traficantes que obligaron al cierre de comercios dejaron prácticamente paralizada a la ciudad.
El secretario de Seguridad Pública de Río de Janeiro, Josias Quintal, dijo en una conferencia de prensa que la orden para las acciones criminales partieron desde la prisión de máxima seguridad de Bangú, donde está detenido Beira-Mar.
"Gran parte de las acciones del llamado crimen organizado vienen desde dentro de los presidios. No tengo dudas de que eso ocurrió otra vez", afirmó, para agregar que la acción del Comando Vermelho constituyó una reacción a la política de seguridad pública del gobierno estatal.
"Pretenden crear un clima de inestabilidad en el Estado", añadió Quintal.