RÍO DE JANEIRO.- El telón del Carnaval carioca del 2003 bajó definitivamente hoy, cuando una carroza con un gran muñeco del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, atravesó el "Sambódromo" y puso fin a una noche cargada de emoción, alegría y hasta muerte.
La última jornada de la gran fiesta carioca concluyó bajo los primeros rayos del sol del domingo con el llamado Desfile de las Campeonas, en el que las escuelas de samba que ocuparon los primeros lugares en el concurso anual repitieron sus desfiles de los pasados domingo y lunes.
El último acto de este año en el Sambódromo tuvo las cuotas de alegría, emoción y hasta muerte que suele encarnar el Carnaval.
Una bailarina de la escuela de samba Mocidade Independente do Padre Miguel murió tras sufrir un infarto mientras danzaba al ritmo frenético de los tambores.
Verónica Souza e Silva tenía 24 años y tuvo que ser retirada de emergencia por los médicos de la organización, que ordenaron su inmediato traslado a un hospital cercano, al que llegó sin vida y vistiendo aún el disfraz de su escuela de samba.
Mocidade Independente fue la segunda escuela en desfilar, pero la noticia de la muerte de su bailarina sólo se conoció en el templo del samba una vez que la fiesta había acabado.
En sus desfiles, las seis escuelas de samba que participaron en la clausura se manifestaron en favor de la paz y, sin menciones directas, en contra de una posible guerra contra Irak.
La última escuela en recorrer el Sambódromo fue la de Beija-Flor, que el pasado miércoles fue proclamada campeona del Carnaval gracias a un desfile de tintes trágicos en el que retrató con impactante realidad y dramatismo la miseria y el hambre en que están sumidos millones de brasileños.
Como lo hizo el pasado lunes, Beija-Flor rindió un homenaje al actual presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, al que puso como ejemplo de la superación y de la solidaridad que pidió para el mundo en su desfile.
Con diversas alusiones a la lucha contra el hambre que Lula ha convertido en objetivo central de su gobierno, la última de las carrozas de Beija-Flor llevaba una muñeco de unos 9 metros de altura representando al ex obrero y ex sindicalista que nació en la miseria y en octubre pasado fue elegido presidente de Brasil.