RIAD.- Arabia Saudita multiplica los preparativos militares y de seguridad para prevenir las consecuencias de una guerra que se vuelve cada es más inminente entre Estados Unidos e Irak, su vecino fronterizo.
Las fuerzas de seguridad, la policía y el ejército se encuentran en estado de alerta, sobre todo en la zona fronteriza con Irak, según responsables.
Además, las autoridades cerraron un pequeño aeropuerto al tráfico de aviones civiles cerca de la frontera con Irak para permitir a "expertos extranjeros" hacer frente a un flujo de refugiados iraquíes en el país.
También reforzaron las medidas de seguridad en las inmediaciones de las instalaciones petroleras en la provincia oriental, donde tiene su sede la compañía petrolera nacional Saudi Aramco.
Riad afirmó que esperaba la llegada de unos cien mil refugiados, aunque asegura que hará todo lo posible para que queden en la zona iraquí de la frontera.
El Consejo Supremo de Defensa Civil, presidido por el ministro del Interior Nayef ben Abdel Aziz, se reunió en marzo para definir un plan nacional destinado a afrontar las repercusiones de una guerra.
Autorizó por primera vez a empresarios a importar y vender máscaras de gas en previsión de un posible ataque con armas no convencionales.
El ministerio de Salud garantizó a la población que el país disponía de suficientes reservas de medicamentos para varios meses y aseguró que las importaciones prosiguen por el puerto de Yeddá, en el Mar Rojo, a 900 km de la frontera iraquí.
Por su parte, la Media Luna Roja Saudita anunció que había reforzado sus preparativos y que había puesto en marcha un plan de emergencia.
En una circular enviada a las provincias norteñas, limítrofes con Irak, el ministerio del Interior pidió a las autoridades locales que estén preparadas para cualquier posibilidad, incluso la utilización de armas nucleares.
"El riesgo de que los estadounidenses recurran a las armas nucleares es ínfimo, pero no se puede excluir totalmente", según el texto.
El reino, que había servido de base del comando durante la guerra del Golfo en 1991, resistió por ahora a las presiones de sus aliados occidentales destinadas a implicarlo en una guerra contra Irak y lo logró alegando motivos locales.
El número de militares estadounidenses en el reino se duplicó para pasar a nueve mil, indicaron responsables del Pentágono, aunque Riad excluyó la posibilidad de proporcionar ayuda a sus tropas para lanzar un ataque contra Irak.
Las autoridades sauditas están preocupadas por el riesgo de disturbios, ya que su opinión pública se opone a una guerra contra su vecino iraquí.